Hipnótico descenso a los infiernos
Baryshnikov y Bob Wilson, presente en el estreno, entusiasmaron en el TNC con su obra sobre Nijinski
Mijaíl Baryshnikov es bajito, de la misma altura que Vaslav Nijinski y no obstante a su genialidad se le hizo pequeña el escenario del TNC, la noche del jueves, en su magnífica interpretación en Letter to a man. Una pieza que reúne los talentos del director de escena, Robert Wilson, ─presente en el patio de butacas─ de la coreógrafa, Lucinda Childs y el de extraordinario bailarín ahora convertido en actor, Baryshnikov. Este ramillete de artistas ha creado una poética, sensual, íntima y desgarradora pieza en clave de comedia musical, que se inspira en el Diario de Nijinski. Diario que el legendario bailarín ruso escribió en su descenso hacía los abismos de la esquizofrenia en 1916. Tras la función la generosidad de Baryshnikov siguió desplegándose. Atendió y se fotografió amablemente con los numerosos fans que le esperaban en el hall del TNC. También Bob Wilson departió con los espectadores que se acercaron a saludarlo durante la preceptiva copa tras la función.
Letter to a man
Dirección, diseño de escenografía y concepto de iluminación: Robert Wilson: Intérprete: Mijaíl Baryshnikov; Obra basada en el Diario de Vaslav Nijinski; Textos: Christian Dumais-Lvowski; Draaturgia: Darryl Pinckney; Música: Hal Willner; Movimiento y locución de texto: Lucinda Childs; Vestuario: Jacques Reynaud; Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Barcelona. 29 de junio
En Letter to a man con asombrosa sabiduría imaginativa y elegancia Wilson recrea la atormentada alma de Nijinski a través de un imaginario monólogo donde se mezclan frases de su diario, atormentadas y obsesivas opiniones sobre la guerra, el sexo, Dios y su relación con las mujeres y Diaghilev. También se incluyen algunas frases de Romula, la esposa de Nijinski. El monólogo en inglés y ruso, aquí proyectado en catalán, está recitado por las voces de Wilson, Baryshnikov y Childs. Para suavizar el drama que destila la obra Wilson convierte el escenario en una especie de teatro de varietés.
El espectáculo sitúa la acción en Budapest, en 1945, donde el bailarín y su esposa se encuentran refugiados, y cuando la lucha entre soldados rusos y alemanes era encarnizada. Son las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial. La primera imagen de Letter to a man es impactante, Baryshnikov aparece sentado en una silla con una camisa de fuerza. De repente se oye una música y las correas de la camisa se desatan. Durante todo el espectáculo su protagonista va maquillado de blanco y elegantemente vestido con un frac. Esta imagen le convierte a los ojos del espectador en el maestro de ceremonias de la locura de Nijinski, un guía a través de los laberintos atormentados de una mente enferma. Un laberinto plagado de sugestivas y evocadoras imágenes creadas por Wilson, como por ejemplo cuando los textos se refieren a la relación del bailarín con las mujeres, en escena aparece una divertida muñeca de madera rodeada de flores, una secuencia muy naíf, y otra alusiva imagen es ver una especie de bañera con Diaghilev dentro cruzar la escena. Humor y drama se entrelazan en un delicado y respetuoso espectáculo que transmite al espectador la incomunicación en la que vivió Nijinski desde los primeros síntomas de su enfermedad mental.
En este montaje Baryshnikov no baila, únicamente realiza ciertos movimientos coreográficos ideados por Lucinda Childs, casi siempre ilustrados por partituras de musical, sin embargo esos gestos encadenados se convierten en una expresiva danza que grita en silencio la impotencia de un hombre ante un mundo que no comprende. Mención especial merece la música original de Hal Willner a la que se añaden fragmentos de otros compositores y cantantes como Tom Waits, Arvo Prärt, Bob Dylan, Henry Mancini y Alexader Mosolov.
Al final de Lette to a man, Wilson y Baryshnikov recibieron los largos e intensos aplausos de un público emocionado, formado por actores, bailarines, maestros de danza y admiradores de estos excelentes artistas. Una noche para recordar.
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