Cuerdas para el verano

Parece complejo afrontar una programación de música clásica en las grandes ciudades sin afrontar el esquema de los festivales de verano, a veces un poco escasos, a veces insatisfactorios. Por ello hay que agradecer —una vez más— la vuelta de tuerca que le dan los programadores del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) a estas fechas tan complicadas en las que medio Madrid se queda desierto.

El ciclo Contrapunto de verano, que lleva varios años cosechando éxitos, es una muestra de que puede buscarse un abanico de conciertos para la temporada estival sin tener que pervertir la idea original de lo que la música puede ofrecer. Una idea tan loca que no podía hacer otra cosa que funcionar: la música de cámara como motor de buena parte de la programación de la sala de cámara del Auditorio Nacional. En este ciclo, que arranca el 8 de junio en la citada sala, suelen predominar los cuartetos de cuerda como expresión del más popular de los conjuntos de la música de cámara. Por ello será un cuarteto el primero en ocupar el escenario. Y qué mejor que empezar con la frescura del Cuarteto Simón Bolívar, hijo camerístico del sistema de orquestas venezolanas, que traerá su buen hacer y el éxito del formato una vez más a la capital.

Para esta cita traen los venezolanos un programa denso, pero sin duda interesante. A la monumentalidad de Beethoven le servirá de contraste el academicismo del maestro Haydn, y para poner el toque rompedor: uno de los prometedores cuartetos de Shostakóvich, mostrando en este concierto una interesante evolución del cuarteto de cuerda a lo largo de los siglos pasando por tres estilos diferentes.

Contrapunto de Verano seguirá con otros cinco conciertos, en los que los integrantes del Simón Bolívar se alternarán con el Cuarteto Borodin y la pianista Elisabeth Leonskaja.