Vivir en España al margen de España
En Berga, gobernado por la CUP, el 75% de vecinos votó a partidos independentistas en las últimas elecciones
Muchos catalanes viven su cotidianidad sin tener la sensación de estar en España. No son solo los partidarios de la independencia: pocas cosas en su día a día les recuerdan que comparten un marco social y administrativo con el resto de españoles. Adolf Tobeña, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, apuntaba en una entrevista reciente al hecho de que el Estado parece no tener presencia en Cataluña: “La población catalana tiene la sensación desde hace 40 años de que todo lo soluciona la Generalitat: las cosas de la escuela y la sanidad, la transmisión de patrimonio, la relación con la justicia, las notarías, los permisos para montar empresas... Puedes acabar concluyendo: ¿para qué necesito un Estado adicional, lejano y antipático?”.
El municipio de Berga (Barcelona, 16.000 habitantes), gobernado por la CUP, es uno de los lugares de Cataluña en el que el independentismo es más fuerte: Junts Pel Sí obtuvo en las autonómicas de 2015 el 64,7% de los votos; la CUP, el 11,7%; el tercer partido, el PSC, el 6,4%. Abel y Eudald Artigas son padre e hijo. Oriundos de la comarca, trabajan como albañiles y admiten que no son representativos de la situación política en Berga: no son independentistas porque, apunta Abel, desconfían del idealismo que venden los partidos secesionistas. Pese a ello, su hijo Eudald describe así cómo viven: “Como si estuviéramos aislados, al margen de España”. Eudald piensa un buen rato para responder qué hechos de su rutina le recuerdan que estamos en España: alcanza a mencionar la declaración de la renta y la información de deportes de Antena 3, su cadena favorita porque, asegura, hablan más sobre el mundo del motor que en otras televisiones.
La librería Mafalda de Berga solo vende libros en catalán; los pocos que tratan acerca de España son ensayos sobre la Guerra Civil desde la óptica republicana. Regió 7, el diario comarcal de referencia, en su edición del jueves solo publicaba una página —de un total de 40— con actualidad sobre España. En la sede del Ayuntamiento de Berga ondean dos esteladas (enseñas independentistas). Banderas españolas solo se pueden encontrar fuera del centro: en el edificio de los juzgados, en la comisaria de los Mossos d’Esquadra y en el cuartel de la Guardia Civil, un gran bloque de viviendas hoy semiabandonado.
“Es como si estuviéramos aislados”, dice un albañil
Vicens, un transportista jubilado, ha almorzado con un grupo de amigos en un salón del Hotel Berga Park. Tras la comida sus compañeros bailan al son de unos boleros mientras él concluye: “¡Pero cómo no va a haber sensación de no estar en España si los que tienen raíces fuera de Cataluña en esta zona, las familias mineras, son los más independentistas!”.
En la Oficina de Turismo, de unos 30 folletos informativos, solo hay uno en castellano. Jordi, encargado de las instalaciones, se apresura a mostrar otra información del Ayuntamiento que está en varios idiomas. Jordi es independentista pero asegura que aún no ha desconectado mentalmente de España, y da ejemplos: ve series de La 2 o la actuación del representante español en Eurovisión; el museo está preparando una reedición de vídeos del No-Do dedicados a la fiesta por excelencia de Berga, la Patum, y en 2016 la comarca albergó unas pruebas del campeonato de España de bicicleta de montaña. “Lo que sí hemos hecho es desconectar políticamente”, concede Jordi: “No me preocupa quién es el secretario general del PSOE, pero sí me importa si Ada Colau es alcaldesa de Barcelona”.
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