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Tres detenidos por asesinar, congelar, enterrar y meter en ácido a un vecino de Parla

La víctima desapareció de su domicilio en febrero de 2015

F. Javier Barroso

La Policía Nacional ha esclarecido el asesinato de Cándido E. L., un vecino de Parla, cuya desaparición fue denunciada el 4 de septiembre de 2015. Sus antecedentes policiales por tráfico de estupefacientes y las compañías con las que andaba hicieron sospechar a los investigadores que lo habían matado. El supuesto autor le pegó tres tiros, lo metió en un congelador, lo enterró en el jardín de su chalé y, como no se fiaba, lo desenterró y Deshizo el cuerpo en ácido y sosa.

Policías nacionales registran el jardín del chalé del principal detenido.
Policías nacionales registran el jardín del chalé del principal detenido.Policía Nacional

Los agentes de Parla recibieron una denuncia y la empezaron a investigar como si se tratara de una desaparición. Para ello reconstruyeron las últimas horas de Cándido E. L., que residía en la avenida del Leguario, en el sur de Parla. Las primeras semanas pensaron que Candy, como era conocido por sus amistades, se había marchado voluntariamente.

Todo eso cambió a principios de año, cuando se retomó la Operación Breaking Bad (como la conocida serie de televisión de narcotraficantes) y la policía recibió la información de que a Candy lo habían matado por unas deudas de droga. Los agentes de la Unidad Central de Delincuencia y Violenta (UDEV) y de la comisaría de Parla interrogaron de nuevo al círculo más cercano a Cándido E. L.. Todo ello les llevó hasta Antonio A. D., de 36 años, que fue la última persona que lo había visto con vida. De hecho, había quedado con él la tarde en la que se pierde su rastro.

Poco a poco, los agentes fueron desentrañando la madeja de este crimen hasta que colocaron las piezas del puzle. Todo ello les permitió sacar todas las vicisitudes por las que pasó el cuerpo de Cándido E. L.

Según la policía, Antonio A. D. quedó con Candy y, tras convencerle de que se bajara al garaje de su vivienda, le propinó tres disparos con un revolver del calibre 38, que lo mataron en el acto. El supuesto autor, que no sabía cómo deshacerse del cuerpo, lo metió durante unos días en un arcón congelador. Mientras dudó qué hacer con el cadáver. Primero optó por enterrarlo en el jardín de su propia vivienda, junto a la piscina, en Illescas (Toledo).

Pero el tiempo pasaba y el miedo se apoderaba del supuesto asesino. Ante el temor de que sus propios familiares o amigos pudieran descubrir los restos de Cándido E. L. lo exhumó y lo metió en un barril con una mezcla de sosa cáustica, amoniaco y ácido. Un cóctel molotov para acabar con cualquier resto de su víctima. Además, el presunto criminal cogió la mezcla y la esparció por diversos caminos vecinales de los alrededores de su chalé.

Un hacha y ropa

Los policías pidieron la orden de entrada y registro de su vivienda. Utilizaron un georradar para rastrear el jardín, lo que les permitió descubrir un hueso del fallecido y un hacha, además de parte de la ropa de la víctima. Esta iba vestida con un bañador azul, una camiseta negra y unas chanclas cuando desapareció. Los agentes remitieron el arma y manchas de sangre halladas en una pared a los laboratorios de la Policía Científica para ver si pertenecían a Candy. Los funcionarios también registraron el vehículo del supuesto autor. En un recoveco oculto hallaron 40 gramos de cocaína y un revólver Smith & Wesson del calibre 38.

El supuesto autor fue detenido. Ya en dependencias policiales y junto con su abogado, admitió los hechos y dio todo lujo de detalles de cómo había asesinado a Cándido E. L.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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