La joven promesa del violín español
En el último año, Jaime Maceira Naya ha ganado los concursos de jóvenes intérpretes de Vigo y Cuenca
Jaime Maceira Naya, de 16 años, vive en Alcalá de Henares. Sin embargo, siente que su hogar está sobre un escenario, tocando el violín. “Es ahí donde hallo mi casa, el lugar donde me encuentro cómodo”, afirma el joven intérprete. Su cuerpo es menudo y tiene un lento y dulce pestañear. Pero cuando coge su violín francés del siglo XVIII se deja poseer por Beethoven, Bach o Saint-Saëns, y desprende la intensidad de un toro en un corral. Cuando sus dedos corren por el cuello del instrumento cierra los ojos, pero cuando el arco se detiene para hacer vibrar en una nota, los abre y sostiene la mirada de su profesor. Son solo ellos en un auditorio para 200. Pero no se siente vacío. La música llena todos los rincones de la sala del Centro Superior Katarina Gurska.
Maceira, hijo de pianista, toca el violín desde los cinco años. Fue idea de él. “Recuerdo que fue un poco extraño. Nunca había cogido un violín, y no es como un balón de fútbol, que al final todo el mundo sabe más o menos cómo jugar”, explica. “Es un instrumento muy difícil. Al principio suena muy mal lo que tocas. Hace falta progresar mucho para que empiece a gustar”, dice.
Desde entonces han pasado más de 10 años, un camino que ha recorrido de la mano de su profesor, Savva Fatkulin. “Lo que diferenciaba a Jaime de otros niños con oído, era que realmente estaba motivado con la idea de dedicarse a la música”, afirma Fatkulin. Maceira practica ocho horas diarias durante el verano. En época de concursos, seis; en un día normal, cuatro, y en periodo de exámenes, tres.
Todo el tiempo que le dedica Maceira al violín, son horas que no destina a jugar a la consola, a salir con los amigos o a ir sin problemas a las celebraciones familiares. “Se presenta ahí un dilema. Pero una vez que ya sabes que te quieres dedicar a esto, te puedes organizar en los distintos ámbitos”, sostiene el joven intérprete. Ese esfuerzo lo ha llevado a ser galardonado en varios concursos. Durante el último año, se llevó el primer premio del Concurso Nacional de Jóvenes Intérpretes Ciudad de Cuenca y el del IV Concurso de Violín y Violonchelo Cidade de Vigo, en su categoría. Son dos de los tres certámenes más relevantes en España para intérpretes de su edad, según Fatkulin.
Maceira ganó tocando el quinto violín de su carrera, que le costó 12.000 euros. “En los concursos se ven las clases sociales. Una familia con dinero puede llevar un violín de 150.000 euros, y el tuyo siempre va a ser peor”, relata el músico. Su maestro complementa la idea: “Los concursos impulsan la motivación, pero te pueden ayudar con cosas materiales: tienes que comprar cuerdas, pagar las clases, viajes, alquilar instrumentos si el tuyo no es adecuado para ciertos concursos... por lo que ganar un premio ayuda más a los padres que a los alumnos”.
Ahora, el objetivo de Maceira y Fatkulin no es diferente que antes: seguir trabajando duro. “Estaré tomando en clases hasta que pueda tocar lo que quiera sin que me tengan que decir cómo”, sostiene el alumno.
La clase de Fatkulin transcurre frente a un iPad con la grabación de un concierto en el que estuvo Maceira la noche anterior. Play, música, stop, repetir en vivo. Parece una discusión entre dos violines. El del profesor argumenta decidido, y el del alumno replica con inseguridad. Después de una hora, los dos violines llegan a un acuerdo musical.
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