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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Se puede o no se puede?

Borrell advierte que la socialdemocracia se convertirá en el partido del conformismo si no se enfrenta a la política económica neoliberal

Enric Company
El exministro Josep Borrell presenta su libro 'Los idus de octubre' en Madrid.
El exministro Josep Borrell presenta su libro 'Los idus de octubre' en Madrid.Santi Donaire (EFE)

Algunas de las cosas que han pasado durante las elecciones presidenciales en Francia han ratificado los peores temores de la izquierda en España. Entre estos temores destaca uno muy paralizante, porque alimenta una fuerte sensación de impotencia: la comprobación de que la distancia existente al final de la legislatura entre la cúpula del partido socialista francés y sus bases sociales y electorales es inmensa y tiende a crecer.

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Lo que provocó estos temores no eran las malas expectativas electorales y su rotunda confirmación en las urnas. Tampoco vienen solo de que François Hollande ganara las elecciones presidenciales de 2012 con el compromiso de forzar el abandono de las políticas de austeridad impuestas por la Unión Europea (UE) y luego se olvidara de su promesa. Él y su primer ministro Manuel Valls aplicaron con entusiasmo desde el Gobierno las recetas del neoliberalismo dictadas por la UE y eso les enemistó directamente con sus bases sociales, claro. Todo esto ha sido grave y ha mermado la enorme confianza depositada en el partido en 2012, pero hay más cosas. Lo que ha provocado la estupefacción y el alejamiento masivo de los electores ha sido la insólita maniobra de Hollande y Valls al final de la legislatura consistente en negar su apoyo al candidato de su partido a la presidencia de la República, Benoît Hamon, y dárselo a otro candidato, el liberal Emmanuel Macron. Con la relevante particularidad de que Hamon había sido designado candidato mediante el voto directo de los afiliados y simpatizantes socialistas en unas primarias.

Si Hollande, que fue primer secretario del PSF hasta su acceso a la presidencia de la República, y Valls, que además de exprimer ministro con Hollande fue el candidato derrotado por Hamon en las primarias socialistas, se atrevieron a actuar directamente contra Hamon y recomendaron a los franceses que votaran al candidato liberal ¿qué cabe esperar del partido socialista? Valls proclamó su diagnóstico: Este partido está muerto. Si todos sus afiliados hicieran como él, es decir, hicieran campaña por el candidato de otro partido en unas elecciones, pues sí, estaría bien muerto.

Acontecimientos como estos inciden directamente en algunos de los debates políticos españoles más candentes. Incluso provocan una sensación de déjà vu. En España hemos visto a la cúpula socialista forzando el apoyo de su grupo parlamentario a la investidura de un presidente de Gobierno conservador, Mariano Rajoy, que es un entusiasta de las políticas neoliberales (además de jefe de un partido con unos insoportables niveles de corrupción). No es lo mismo que Hollande y Valls aupando a Macron, pero suena muy parecido, sobre todo porque también se ha hecho en contra de la opinión de las bases sociales y electorales del partido socialista y en contra del secretario general designado por los afiliados en unas primarias.

Otro de los aspectos que las elecciones francesas realzan en el escenario español es la emergencia y el reforzamiento del partido que se sitúa a la izquierda del socialista. En Francia ha sucedido lo que antes habíamos visto ya en España. Lo que Podemos aportaba como intento de recuperación de la intransigencia en el rechazo de las políticas económicas aplicadas y sus destructivas consecuencias sociales ha tenido su correlato al norte de los Pirineos con la marca de La France Insoumise. Allí como aquí, esta emergencia ha sabido introducir una buena dosis de esperanza en los medios progresistas y los sectores sociales perjudicados por las políticas dictadas desde Bruselas, pero al mismo tiempo ha demostrado que con el voluntarismo no basta, que su innegable fuerza es de momento insuficiente para sustituir a la vez a lo que durante décadas han representado conjuntamente los partidos comunistas y socialistas.

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Esta batalla francesa y la que se libra ahora mismo en España en el seno del PSOE y entre el PSOE y Podemos lleva a recordar aquel principio de la evolución según el cual la necesidad crea el órgano. El que fue efímero aspirante del PSOE a presidente del Gobierno, Josep Borrell, lo subrayó la semana pasada en la presentación en Barcelona de su libro sobre la crisis del PSOE. La hegemonía de las políticas económicas neoliberales ha provocado la respuesta y el crecimiento de los que dicen “sí se puede” combatirlas y sustituirlas, mientras el partido socialista corre el riesgo de quedarse como un partido conformista, el de los que dicen “no se puede”.

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