Los 40 ponen banda sonora a San Isidro
Más de 13.000 asistentes llena el escenario de Puerta del Ángel durante el Primavera Pop, que reunió a más de 20 bandas
Un globo inmenso, blanco y liviano, fue rozando ayer los dedos en alto de los más de 13.000 asistentes al escenario de Puerta del Ángel. Simbolizaba muy bien lo que pretendía el Primavera Pop, masivo encuentro organizado por Los 40: música ligera y festiva para todas la edades. "Sin complicaciones, que paro eso es sábado por la noche", decía Amelia Sánchez, una veinteañera que llevaba haciendo cola desde las cinco de la tarde. El festival, que empezó a las 20.30, era gratuito, y ella entró por los pelos; fuera se quedaron otros cuantos miles de personas.
La cita tenía todos los ingredientes para casi colapsar los alrededores del Recinto Ferial de la Casa de Campo. Más de 20 bandas y músicos de mucho pelaje, pero con una cosa en común: revientan las radios comerciales, las bajadas de Itunes y las escuchas de Spotify. Son la versión actual de los artistas que hace una década vendían millones de discos.
"Déjame de Primavera Sound y esas cosas", comentaba poco antes del sarao Martín López, de 31 años, con gafas de pasta y visera de los New York Yankees, y reflexionaba: "El indie es para reprimidos. Qué manía con rehuir el éxito". Había llegado por la mañana con sus amigos y un bocata en su mochila de fieltro, porque en ningún caso quería perderse a Yall: cuatro barceloneses que se han hecho casi ricos con su discotequero tema Hundred miles, que compusieron para una marca de ropa y ya lleva 90 millones de clicks en Spotify y varias vueltas al mundo. Salieron al escenario con una cantante, un ordenador portátil, una mesa para lanzar sonidos y una guitarra. Y el público, claro, gastó zapatilla a placer.
Un público, por cierto, tan heterogéneo como la propuesta: pasó por el escenario Ana Mena, la malagueña pizpireta de 20 años que interpretó a Marisol en el cine, y ahora parece que interpreta a Shakira en los escenarios. Mucho ritmo latino, muchas bases electrónicas y mucho contoneo, para solaz de sus fans. También estuvieron en el festival Atacados, con su pop alegrón, sus tupés y esa actitud de que es mejor sufrir por las cosas cotidianas, como esa chica que no te mira, que por la pobreza energética o las pruebas nucleares en Corea del Norte. Que la vida son dos días.
"No puedo creer que vayamos a verlo", comentaba Ana Román a sus amigas en el ecuador de la noche. La adolescente se refiere a Spencer Ludwig, el joven y virtuoso trompetista californiano, que se merienda el escenario mientras mimetiza a Michael Jackson y Prince al son de su música con dejes Motown, convenientemente puesta al día. "Si me dice que lo deje todo, lo dejo", prometía la adolescente mientras miraba extasiada al fibroso artista brincar por el escenario con el torso al aire.
Pasaron por ese mismo escenario Bombai, la banda de pop aflamencado con un poquito de pop, otro poquito de balada y mucho, mucho amor. Ya desde los primeros acordes le trasladan a uno a las playas gaditanas del El Palmar. También David Otero, guitarrista de El Canto del Loco, cuya carrera en solitario ya se ha labrado una masa de fans lo suficientemente sólida y abundante como para no necesitar tocar ni un solo tema de su banda. O Blas Cantó, cantante del grupo superventas Auryn, que ahora vuela solo con un estilo entre el pop y el soul y unos bailoteos alrededor del micrófono que recuerdan a la superestrella Bruno Mars.
Pero el momento culmen llegó con Taburete: la banda de nombre imposible, liderada por el hijo de Luis Bárcenas, provocó el mayor estruendo de cuerdas vocales de la noche. Con su pop desenfadado y universal no han inventado la rueda, pero han encontrado un filón: nueve millones de escuchas en Spotify lo constatan. Y la certeza de que ellos, por sí solos, habrían bastado ayer para congregar a todo el público que abarrotaba la fiesta de Los 40, el pistoletazo de salida para la jornada sabatina de las Fiestas de San Isidro.
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