Viggo Mortensen: “Hacer un poema realmente bueno es imposible”
El actor tiene “un par de cosas en catalán” y lee a Marçal
“Escribir, hacer un poema realmente bueno es imposible, que responda honestamente a lo que sentís de verdad; si acaso sale algo bien, siempre será otra cosa alejada de aquello que lo generó”. Sí, es una de las grandes angustias de todo bardo que se precie: acercarse a la pureza del sentimiento primigenio, la verdad poética. Al menos, la inquietud del genuino vate la siente el actor Viggo Mortesen, que esta noche (21.30 horas), junto al escritor argentino Fabián Casas, leerá sus composiciones líricas en el Institut d’Estudis Catalans, en el marco del Festival Barcelona Poesia. “Serán todos poemas tristes; los de Viggo son muy intesos, duros, porque la vida es muy hermosa, pero también muy cruel, siempre intenta frustarte”, avisó Casas.
“Yo leo mal, ya lo veréis, me pone un poco nervioso porque siempre quieres comunicar bien”, dijo ayer, modesto, Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) sobre su intervención poética en el IEC para rebajar así sus tablas profesionales al compartir escenario con su amigo Fabián Casas (Buenos Aires, 1965), nombre señero de la poesía de la Generación de los 90.
“Algo pasa entre mi boca y la persona que escucha un poema, hay una mutación... A veces, al oírme, creo que hay algún verso que no funciona, que no lo necesito, y cae como plomo. Y si lo quitas, a lo mejor no pasa nada... Es mucho como la vida”, reflexiona sobre su poesía un Mortensen que, tras su reconocimiento cinematográfico —desde el Aragorn de El señor de los anillos al capitán Alatriste— ha cultivado siempre notables inquietudes culturales, que le llevaron a crear en 2002 una editorial, Perceval Press. “Me encantan los libros. Y ya sé que ningún poeta se hará nunca rico, te ha de gustar de verdad; a veces puede parecer algo aburrido, soso, pero hay momentos en que... No hay que ser poeta para apreciar la poesía”, sostiene.
En ese contexto, el actor cree que la lírica “no es tan diferente” a la pintura, a componer música o a actuar, tríada artística de la que, junto a la fotografía, es asiduo practicante: “Se trata siempre de digerir, reinterpretar, vincularte a la vida, al mundo”. Recitará bajo el inquietante epígrafe Dos cuervos. “Es fácil de explicar: cuervos es como llaman a los seguidores del San Lorenzo de Almagro, equipo de fútbol fundado en 1908 por un cura de los salesianos, que van de negro. Por tanto, seremos dos cuervos que leen poesía”.
Mate, fútbol y Los Soprano
El fútbol es casi (o quizá más) capital que la poesía en la vida del actor y la de su amigo, al que conoció hace una década, cuando un tercero les reunió para hablar de versos. “Estuvimos tres horas... pero hablando de fútbol”. Casas acabó formando parte del libro Antología de la nueva poesía argentina que, en 2009, publicó Mortensen. Pero el fútbol, para ambos, es algo tan especial como la poesía, con el que lo comparan, si bien a partir de ejemplos distintos: para Casas su encarnación estaría en la final Alemania-Holanda del Mundial de 1974; para Mortensen, en su San Lorenzo de 1947 o el de 1968: “Buscaban la belleza que, además, funcionaba”, resume el actor.
Los textos que leerán hoy se pactaron (y algunos hasta se retocaron) anteayer, en dura jornada de mate y poesía que acabó de madrugada porque antes se tragaron una temporada de Los Soprano. “Los guionistas son invisibles y eso también es poesía”, dice Casas.
Mortensen domina cuatro idiomas y se defiende en otros tres. ¿A qué lengua pertenecen sus versos? “Me afecta de quién estoy rodeado, si bien puedo estar acá y asaltarme una frase en inglés”. Últimamente, admite, “me sale mucha cosa en castellano y hasta un par en catalán”, influjo quizá de su nueva pareja, la actriz Ariadna Gil, hecho que no cita, como tampoco a sus poetas preferidos, si bien admite que, amén de a Casas, lo último que ha leído es de Maria-Mercè Marçal. ¿Habrá alguna de esas cosas catalanas en su lectura? “Mis poemas en catalán no están para salir en el once inicial; igual van un par de convocados, pero no creo que jueguen”. Metáforas redondas, las de Mortensen.
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