Nau Bostik, un CCCB en La Sagrera
Un grupo de vecinos ha recuperado la última fábrica en pie y renace con oferta cultural
Se prevé que en 2050 el 70% de la población vivirá en ciudades. En España ese porcentaje llega al 80%. Un dato confirma esta tendencia: solo en China 200 urbes tendrán más de un millón de persones en 10 años. Eso consolida una realidad global que afectará de forma directa a los ciudadanos de Barcelona. Y se produce una tensión continua entre poderes a veces antagónicos. Por un lado, el sistema capitalista financiero que opera de forma continua sobre el espacio urbano mercantilizando todo lo que genera plusvalía y, por otro, la capacidad política, sea desde las instituciones o desde los movimientos sociales, y de otros lobbies en una pugna de intereses que se establece en cualquier comunidad urbana.
Barcelona, ciudad de los prodigios, es una ciudad pequeña entre les grandes ciudades europeas y una gran ciudad entre las pequeñas urbes mediterráneas. Hasta hoy. Una ciudad más, de las que sobrepasan el millón de habitantes, donde ciertos debates no concluidos aparecen de forma cíclica entre académicos, urbanistas y activistas vecinales. Gentrificación que se expande a otros barrios, gestión del turismo, terciarización del modelo productivo, olas migratorias ante lo que hemos denominando el derecho a la ciudad; es decir, el derecho colectivo de la ciudadanía a intervenir en la configuración del modelo y de la vida de la ciudad.
El barrio de La Sagrera, por ejemplo, está en un punto de inflexión. Su planificación está a la espera de que las inversiones hagan llegar el tren de alta velocidad. Mientras, un grupo de vecinos y vecinas han recuperado la última fábrica en pie. Una de las muchas que formaban La Sagrera, un barrio de clase trabajadora. La mayoría han sido demolidas y otras recicladas. La Nau Bostik se conserva con una estructura fabril intacta por voluntad expresa de sus nuevos inquilinos. Abandonada los últimos 10 años, retorna a la vida para absorber una oferta cultural y política y es uno de los espacios más interesantes y vanguardistas de la ciudad.
Ahora, en el impasse de la falta de financiación, se abre una tregua a los ciudadanos de La Sagrera y se abre una doble oportunidad: recuperar el patrimonio industrial a través de la conservación de la estructura y parte del mobiliario de la antigua fábrica de cola La Bostik y levantar un nuevo equipamiento de ciudad. Que sea asumido por la Administración como el CCCB de la periferia. Un equipamiento cultural, lejos del engranaje de la ciudad-escaparate, de la Zaralandia en que se ha convertido el centro histórico. El Ayuntamiento de los comunes debería acompañar configurando un barrio donde los actores en pugna sean regulados a través de la acción política. Eso si es que este Ayuntamiento quiere seguir enarbolando la bandera del derecho a la ciudad y las tesis de su admirado David Harvey.
Queremos por tanto hacer una apuesta por la Barcelona del siglo XXI e impulsar el ejercicio del derecho de la ciudadanía. Queremos poder decir también “que la ciudad es nuestra, de quien la habita y le da sentido”. La obra más compleja y contradictoria de la humanidad es un producto social y nosotros ejercemos el derecho a intervenir en su diseño más allá de las lógicas del mercado liberal. Hagamos posible un equipamiento de ciudad en el extrarradio. Hagamos cultura popular desde la base. Hagamos un CCCB en La Sagrera.
Jorge Sánchez es gestor cultural.
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