Un Madrid vacío e insólito
El fotógrafo Ignacio Pereira vacía las calles de la capital en una serie fotográfica que reflexiona sobre el bullicio de las grandes ciudades
Aquella escena de la película Abre los Ojos en la que Eduardo Noriega atraviesa la Gran Vía de Madrid totalmente desértica es una de las más icónicas del cine español. “Es difícil concebir que un lugar tan concurrido aparezca de repente vacío de gente, y de ahí el impacto”, explica el fotógrafo Ignacio Pereira, creador de Madrid, una serie fotográfica que muestra una imagen solitaria e insólita de la ciudad 20 años después del estreno de aquel largometraje de Alejandro Amenábar.
Un total de 35 fotografías componen la colección, la cual puede verse actualmente en el estudio de su creador (Calle Monteleón, 35) bajo cita previa a través de su página web y a partir del mes que viene (del 9 al 25 de mayo) en el Centro Cultural Volturno de Pozuelo de Alarcón. Así, lugares tan emblemáticos como el Paseo de la Castellana, la Glorieta de Atocha o la Plaza de España pueden contemplarse casi vacíos de gente. Casi porque en todas las imágenes Pereira ha querido dejar un personaje misterioso. “Ese personaje, que comenzó siendo algo anecdótico, se ha convertido en el verdadero protagonista de cada fotografía, el que aporta actitud y sentimiento”, comenta su creador, “le da también un toque más misterioso y sirve de elemento para mostrar a escala el tamaño real de los espacios”.
Según Pereira, además del impacto visual de las imágenes, esta serie fotográfica trata también de “reflexionar sobre los espacios de convivencia”. “He querido representar esa fórmula perfecta que nos permitiese tener todo lo que deseamos, en este caso mezclando las comodidades que ofrece la ciudad con la paz y tranquilidad de un pueblo”, dice Pereira, quien suele veranear en una pequeña localidad de Extremadura. “Un paseo por un Madrid desértico es un sueño para muchos madrileños”, se ríe. Y prosigue: “los lugares seleccionados son sitios de paso donde hay un continúo flujo de personas. Existe una especie de energía residual que queda reflejada en las fotografías aunque haga desaparecer a la gente de ellas”.
Ya le hubiese gustado a Amenábar haber contado con Pereira para rodar aquellos tres minutos de cinta. Más de cuatro horas y un gran despliegue policial para cortar el tráfico es lo que tardó el equipo de rodaje de Abre los Ojos en el verano de 1996. Eran, sin duda, otros tiempos. Pereira, sin embargo, realiza una sesión de fotos que dura apenas diez minutos. “No puede ser más tiempo porque si no, la luz cambia mucho”, explica el fotógrafo. De las fotos resultantes –entre unas 15 y 20– selecciona los espacios que van quedando en blanco y pule detalles con un programa de edición. Aunque todo comienza con la selección de la localización. “Cuando encuentro un lugar que me interesa pienso en el encuadre, a partir de ahí comienzo a investigar”, explica Pereira. “Normalmente, busco una segunda altura porque las azoteas de Madrid son muy altas y desde ahí los ángulos son muy picados”, añade. El proceso de creación de esta serie fotográfica le ha permitido conocer más a fondo Madrid: “los que vivimos aquí no conocemos bien la ciudad, damos muchas cosas por hecho. He descubierto rincones impresionantes que jamás hubiese pensado que existían”.
Paradójicamente, el trabajo de Pereira es también observar a la gente, aunque luego los vaya a hacer desaparecer de la fotografía. “Es importante que haya mucho movimiento dentro del mismo encuadre”, explica, “de modo que tiendo a prestar mucha atención al comportamiento de las personas”. Y añade: “hay infinidad de detalles que a menudo pasan inadvertidos precisamente por el bullicio tan normalizado de Madrid”.
Algunas de las fotografías están a la venta en la página web del autor, quien revela que la estación de Atocha será el próximo lugar de su nueva instantánea. “Madrid es el punto de partida, quiero realizar proyectos similares en ciudades tan emblemáticas como Londres, París o Roma”, concluye.
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