Fe en la gente que lee
La editorial Jus, vinculada al grupo mexicano que también posee Malpaso, abre nueva etapa desde Barcelona
“La industria editorial destina la mayor parte de sus esfuerzos a los lectores que no leen; yo creo que el único espacio editorial que queda aún abierto hoy, el más olvidado, es el de los lectores curtidos, los heavy readers”, mantiene el editor Juan Antonio Montiel (Puebla, México, 1972). Y sobre esa premisa, buscando ese hueco de lectores supuestamente huérfanos, construirá la nueva imagen de Jus, veterano sello mexicano nacido en los años 40 a partir de una revista jurídica homónima de la década anterior y que, aprovechando la infraestructura y la logística de su potente y pujante ahijada Malpaso (ambas pertenecen al grupo mexicano DSC), abre nueva etapa desde Barcelona.
Bajo esa premisa refundacional, la oferta de Jus pasa por colecciones que se trenzarán “más por títulos que por autores, muy selectos, ajenos a la moda literaria”. Una exquisitez de fondo que también se traduce en la forma, con guardas decoradas, puntos de libro o colofones diferentes para cada título, de los que aparecerán entre una decena al año y a medida que los tengamos, rompiendo ex profeso la lógica de las temporadas literarias”, apunta Montiel, a pesar de que los primeros títulos salieron ya el pasado septiembre, en la rentrée clásica.
Los títulos aparecidos parecen ratificar la linea trazada por Montiel, que trabajó en Acantilado. Puede ser el caso de las delicadas Cartas al padre Flye, la cruda correspondencia que el escritor (Una muerte en familia) y periodista (Elogiemos ahora a hombres famosos), camino del alcoholismo y la autodestrucción, angustiado por la necesidad de ser brillante, mantuvo casi 30 años con su mentor, el cura James Harold Flye. El texto forma parte de la colección Pensamientos, que acogerá textos de no ficción y donde en mayo aparecerán, en dos tomos, la recopilación de los sermones del Papa Francisco, “allí donde vierte su pensamiento”.
En Ficciones, epígrafe con regusto borgiano, la novedad es uno de los clásicos de la literatura surrealista, Las últimas noches de París, de Philippe Soupault, vieja surrealista al fondo de la noche quizá de una época (la escribió en 1928) a partir de un hombre que sigue por París a una joven y unos delincuentes que la persiguen y que, además, funciona como “retrato medio oculto de André Breton”, apunta el editor. En esa misma colección luce ahora Trópico, de un escritor injustamente olvidado de México, Rafael Bernal, que Jus ya había publicado en 1946. Son seis relatos, entre la pureza y el mal y la fortaleza o no de los protagonistas para salirse inmunes (o no) de todo ello.
Una tercera línea de Jus serán las crónicas, “con actualidad de cualquier época”. Dos títulos también dan pistas sobre la filosofía de la colección: Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento, selección de entre las frustradas o más dificultosas entrevistas que intentó el periodista argentino Fernando García, y Mala yerba, “un libro sobre el Narco sin narcos”, historias reales sobre el peso de esa chacra en la vida cotidiana de la gente, del sociólogo y periodista Javier Valdez Cárdenas.
“Intentaremos no pisarnos con Malpaso, más identificada con la literatura pura, o con Libros del Lince, que hará más temas de actualidad, mientras que Pensamientos lo acotaremos más al ensayo político y conservaremos la mirada, la naturaleza americana”, intenta acotar Montiel. Y es que el crecimiento del grupo ha sido espectacular en apenas un año: en mayo pasado, Malpaso adquiría el 98% de Los Libros del Lince; apenas cinco meses después, el 70% del sello de novelas ilustradas, cómics y libros infantiles Dibbuks, justo 24 horas antes de inaugurar una librería al lado del restaurante del grupo abierto en septiembre de 2015. Hace apenas tres semanas, se anunciaba la adquisición del 80% de Biblioteca Nueva, dedicada a los clásicos, y sus filiales Salto de Página y Minerva.
El libro idal para los responsables de Jus será aquél que se mueva entre las 200 y las 250 páginas, “un espesor que aún se puede leer de un tirón”, centra Montiel, coherente con ese retrato del lector duro que cree tanto que existe como que permite la viabilidad de un sello: “Por estructura, no necesito vender más de 1.500 ejemplares para que salgan los números; si no existen esos happy few es para llorar; tengo fe en la gente que lee”.
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