La modestia del Barón Ashler
Junqueras, el Barón Ashler del 'procés', suspiraba mientras desarrollaba sus explicaciones, como si el asunto le diera pereza
Joan Coscubiela fue ayer el diputado de la jornada en el Parlament. “¿Cuánto puede aguantar, señor Junqueras, con esta doble vida política sin que se le fundan los plomos?”, preguntó el portavoz de Catalunya Sí Que Es Pot (CSQEP), en referencia al doble discurso que, según la oposición, mantiene el vicepresidente de la Generalitat cuando habla del proceso de independencia: moderación en el Parlamento y en los medios, grandes promesas y fantasía en los bolos con los creyentes más fervientes. La idea de la doble vida política de Coscubiela fue celebrada por el PP, el PSC y por C's. “Señor Junqueras, usted es como el Barón Ashler de Mazinger-Z”, dijo Carlos Carrizosa (C's).
El Barón Ashler es uno de los villanos del cómic manga de Mazinger-Z. Es un personaje que tiene el cuerpo formado por dos figuras —dos momias de un mundo imaginario. Junqueras fue feliz con la ocurrencia de Carrizosa. También rió cuando Alejandro Ferdández (PP) aseguró que su comparecencia le recordaba a la entrevista de 30 horas de David Frost a Richard Nixon. “Señor Junqueras, el caso Vidal será su Watergate”, vaticinó Fernández. Fernando de Páramo (C's), envalentonado al estilo Ciudadano Sobradamente Preparado, quiso añadir su parte de ficción denunciado supuestas acciones de la Generalitat para censurar a los diarios EL PAÍS y El Mundo.
Junqueras sonreía sobre todo con Coscubiela, pero era una sonrisa un punto chulesca. “Nos habla como si fuéramos niños de 10 años”, criticó la diputada socialista Alicia Romero. Tiene razón Romero que Junqueras puede pecar de suficiencia. Cuando Romero advirtió que el vicepresidente no había valorado la deuda pública, Junqueras la interrumpió para decir que no lo hizo “por modestia”.
Junqueras, el Barón Ashler del procés, suspiraba mientras desarrollaba sus explicaciones, como si el asunto le diera pereza. Pero Junqueras también tiene una virtud, y es que no tiene en cuenta las ofensas de sus rivales. Coscubiela le increpó con ganas y el vicepresidente respondía socarrón: “Gracias por el tono constructivo”. Antes de empezar la sesión, Junqueras había sugerido al dirigente de CSQEP que por lo menos una vez hiciera una intervención divertida. Coscubiela no hizo caso: “Su capacidad para tomarle el pelo al parlamento es insuperable”; “Están hundiendo al independentismo con sus hooligans”. “Como veo que le guste que le halague, le voy a apuntar dos méritos más: usted es el récord Guinness de la tautología: Hacemos las cosas que tenemos que hacer, y las que hacemos bien, las hacemos bien. Esto es lo que más repite. Pero, además usted se ha convertido en el rey de las falacias”.
Junqueras negó la veracidad de las revelaciones de Santiago Vidal con una ráfaga de negaciones. Al inicio de la comisión, antes de soltar su secuencia de sus “no, no, no a todo”, Junqueras provocó dando por hecho que “a estas alturas espero que queden pocas dudas”. A Carrizosa le espetó que “no hay partidas opacas en los presupuestos; si no las ve es que no las hay”. De la sala entraban y salían Irene Rigau, Jordi Turull y Eduardo Reyes. Se sentaban, tomaban notas o se servían un vaso de agua. Se iban y volvían, como los jubilados que pasan la mañana observando una obra pública, analizando con gravedad la evolución de la maquinaria procesista, sin permitirse un momento de distensión, ni siquiera cuando Mazinger-Z irrumpió en el Parlament.
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