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ROCK / The Dandy Warhols
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lisergia timorata

El cuarteto de ‘Bohemian like you’ se queda a medias y con la voz del cantante reducida a murmullo ante una Joy Eslava repleta

The Dandy Warhols tocó el sábado en Barcelona, en la sala Apolo, después de pasar el viernes por Madrid.
The Dandy Warhols tocó el sábado en Barcelona, en la sala Apolo, después de pasar el viernes por Madrid. Jordi Vidal (Redferns)

The Dandy Warhols acumulan papeletas para figurar en la nómina de grupos resultones. Acertaron con un bautismo simpático; provienen de Portland, epicentro de la modernidad independiente, y ondearon la bandera de la bohemia por las listas de éxitos. Si a ello le unimos que su última visita capitalina se remontaba a agosto de 2010, no es extraño que la Joy Eslava les recibiese el viernes con un llenazo expectante, el de quienes buscan pellizcos y cosquilleos. Los obtuvieron solo a veces, en vista de que la generosa ración de psicodelia sugería sensaciones más ambientales que vertiginosas. Y nada más frustrante que quedarse a medias en un viaje cósmico, como si el cuarteto abrazara una lisergia timorata. Con más placebo que principio activo.

Veintitantos años después de echarse a la carretera, los Warhols se han ido volviendo más oscuros, reconcentrados. Podríamos pensar en una evolución inteligente, pero a ratos parece una estrategia defensiva. Empezando por el hecho de que Courtney Taylor-Taylor se parapeta junto al batería y canta en un murmullo indescifrable, ese bisbiseo para el que se requeriría cierta destreza en la lectura labial. A ratos podría haber pasado del inglés al suajili sin que nadie lo advirtiera.

El mano a mano guitarrístico entre Courtney y Peter Holstrom, el silente hombre del sombrero y la docena de pedales, se convierte en la principal atracción de la velada, entretenidos en delimitar un arco de influencias que abarca desde Electric Prunes al grunge. Las apelaciones a la crudeza (Crack cocaine rager, I love you) suenan más deslabazadas que meritorias. Y ni la retahíla final de himnos (You are killing me, We used to be friends, Bohemian like you) evita el poso de faena anodina. El reciente Distortland se disfrutaba más el viernes repantingado en el sillón que frente al escenario. Esperemos la revancha, ojalá antes de 2023.

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