Miralda lamenta el trato del Macba a su exposición
El artista denuncia la confusión entre arte y eventos y el cierre anticipado de ‘Santa Comida’
En la web del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) acaba de aparecer un anuncio que dice: “Últimos días de Santa Comida, la gran instalación de Antoni Miralda que recoge el legado de la cultura afro caribeña en la América actual”. El proyecto ubicado en la Capella, que completa la gran exposición Miralda Madeinusa, abierta hasta el 9 de abril, se cerrará el 12 de febrero para dejar espacio al Mobile World Congress. El artista denuncia: “Me aseguraron que la instalación estaría hasta finales de febrero, pero lo que más me asombra es la falta de capacidad de reacción del museo frente a una obra que ha despertado un enorme interés y una afluencia de público extraordinaria”, indicando que desde el 22 de octubre ha recibido más de 70.000 visitas, 1.500 personas sólo el pasado sábado. “Santa Comida es una obra dinámica, que se puede activar de diferentes maneras, no sólo no se debería anticipar su desmontaje, sino que deberían plantearse mantenerla de forma permanente porque es perfecta para la Capella”, opina el artista, preocupado porque la muestra se quede “coja”.
Pese a la gran satisfacción por el éxito cosechado, Miralda también está molesto por cierta confusión que se ha generado entre sus proyectos artísticos y unos eventos realizados por empresas a las que el Macba alquila sus espacios.
“Hace una semana el profesor y comisario francés Pascal Rousseau me avisó de que en el vestíbulo había una gran mesa de banquete y me preguntaba que tenía que ver con mi muestra. ¡Naturalmente nada! Era una cena a puerta cerrada de Mercedes Benz, pero dada la naturaleza de mi trabajo la situación podía crear confusiones”, sostiene Miralda. Miralda entiende la necesidad de los museos de recaudar fondos con el alquiler de espacios, una práctica ampliamente consolidada, pero considera que estos eventos no pueden de ninguna manera desorientar al público o afectar su percepción de la obra. “Más allá del hecho concreto, es interesante reflexionar sobre cómo todo se mezcla y cómo se van difuminando los límites entre acciones artísticas y eventos comerciales”, añade.
La tercera queja afecta a El Internacional Tapas Bar & Restaurant, un experimento social y artístico realizado por Miralda con la restauradora Montse Guillén en el barrio de TriBeCa de Nueva York. La prolongada acción, que se llevó a cabo entre 1984 y 1986, ha vuelto a la vida en el Macba, que lo ha reconstruido en los mínimos detalles y ofrece a los visitantes la posibilidad de probar un cóctel y una tapa original de aquella época. “El Macba se comprometió a mantenerlo abierto sólo el primer mes ya que el presupuesto no daba para más. Luego yo conseguí que la Fundación Food Cultura lo abriera todos los viernes y sábados y hace unos días me he enterado que ha sido abierto con fines comerciales, por ejemplo para la marca L’Oreal, sin que se me consultara o avisara”, asegura Miralda con cierta indignación.
Las quejas del artista han sorprendido al director del Macba, Ferrán Barenblit, más que satisfecho por el éxito de una muestra que define “maravillosa, pero descomunal y muy cara”. “Somos un museo público y como tal extremadamente cuidadoso para que no haya ninguna contradicción o interferencia entre las obras y los eventos en los espacios alquilados. Nunca pensé que una cena de empresa pudiera ser confundida con una pieza de Miralda, pero si alguien así lo ha percibido habrá que pensarlo”, reconoce Barenblit, que heredó el proyecto del anterior director Bartomeu Mari. Por lo que se refiere al uso del Internacional, la queja del artista le sorprende aun más. “Puede que puntualmente el bar se haya activado para eventos empresariales, pero siempre de la mano de Food Cultura, encargada de su gestión por el artista”, explica el director, convencido de que, de todos modos, “mejor activado que dormido como lo ha visto la mayoría de la gente, porque ha sido una producción tan cara que no pudimos garantizar más días de apertura”.
Finalmente, por lo que se refiere a la fecha de cierre de la instalación Santa Comida, Barenblit afirma que estaba pactada desde mayo 2015, cinco meses antes de que asumiera la dirección del museo. “Puede que haya habido un malentendido con el día exacto de febrero, pero Miralda siempre supo que no podría mantenerse tanto tiempo como la del edificio principal”, indica Barenblit recordando que ha estado expuesta más de 16 semanas. “Además, Santa Comida es propiedad del Macba y podemos volver a montarla cuando queramos. Un museo debe reaccionar, pero no a golpes de pasión”, concluye. El debate está servido.
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