De cómo el teatro y la cartografía son la misma cosa
‘El Cartógrafo’, un texto de Juan Mayorga sobre la memoria, llega a Matadero
¿Qué tienen en común una obra dramática sobre las tablas y el arte de trazar mapas geográficos? “El trabajo de la cartografía es mirar, escoger y representar. Es exactamente lo mismo que hacemos en el teatro, mirar, elegir lo que queremos contar y representarlo sobre las tablas”. Habla la actriz Blanca Portillo, que comparte las reflexiones del dramaturgo Juan Mayorga. “Los mapas nunca son neutrales, en la medida en que se construyen a partir de una pregunta decisiva: ¿Qué incluir y qué dejar fuera? Pregunta que es precisamente la primera que toma el hombre de teatro, que jamás es neutral”, señala Mayorga.
De esta inesperada relación entre dos artes en apariencia tan distintas nace El cartógrafo, una obra con texto de Juan Mayorga que explora los límites de la memoria y se convierte en un alegato contra el olvido. El texto narra las reflexiones de Blanca, personaje que encarna Portillo, cuando escucha la leyenda del cartógrafo del Gueto de Varsovia, un hombre que, con la ayuda de una niña, se empeñó en dibujar el mapa de un mundo a punto de desaparecer. Un diálogo entre el pasado y el presente. “El cartógrafo es una obra —un mapa— sobre esa búsqueda y sobre aquella leyenda”, dice Mayorga.
Según Portillo, el tema de la obra es muy pertinente en España, un país que “tiene una deuda con su memoria”. “No tenemos resuelta la cuestión de la memoria histórica, no miramos de frente al pasado. No se trata de arrastrar eternamente lo que ocurrió, sino de utilizarlo para mejorar. El pasado no debería ser un arma arrojadiza, sino ayudarnos a crecer como personas. Hacer como que el pasado no ha ocurrido es una ingenuidad”, explica.
Reflexiones tras un paseo por Varsovia
En 2008, el dramaturgo Juan Mayorga visitó Varsovia y, en una pequeña sinagoga, contempló una exposición compuesta por fotografías en blanco y negro con una leyenda que indicaba el lugar exacto donde fueron tomadas. Habría retratos de gente, de edificios, de la vida diaria. Mayorga intentó encontrar aquellos lugares en el mapa de la ciudad actual y descubrió que todo aquello había desaparecido bajo el horror de la guerra. Ese fue el motivo que le llevó a escribir El cartógrafo.
En 2009, el autor teatral le explicó su proyecto, cuya protagonista se llama Blanca, a la actriz Blanca Portillo. "Mayorga me mostró la función y me dijo que le haría ilusión que yo interpretara a Blanca, y desde ese momento me apeteció hacerla", explica Portillo. Durante años han buscado la forma de representarla: "Hemos hablado mucho de cómo abordarla. Tras hacer Don Juan Tenorio con Mayorga y José Luis García-Pérez [en 2015], decidimos que era el momento de llevarla al teatro", añade la actriz.
Para Portillo (Madrid, 1963), la Varsovia del gueto tiene “demasiadas” similitudes con el mundo contemporáneo. “Hay la misma falta de empatía, la misma falta de auxilio para el que sufre. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Europa no quiso mirar a las barbaridades que estaban haciendo los nazis, y hoy en día ocurre algo similar con los refugiados. No miramos hacia donde no queremos”, dice. En su opinión, “el texto de Mayorga habla de la dictadura del presente, de que parece que solo hay que mirar hacia adelante, y únicamente importan los problemas de cada uno. Nos estamos haciendo muy insensibles, igual que en aquella época. Por eso, esta es una función que habla sobre la necesidad de no olvidar nunca”.
La intérprete está acompañada en las tablas por el actor José Luis García-Pérez, con quien ya trabajó en Don Juan Tenorio en 2015, en versión de Juan Mayorga. Portillo se deshace en elogios hacia el dramaturgo: “Mayorga es nuestro autor vivo más sólido, el más traducido y el más representado fuera de España. Me siento como debieron sentirse actrices que trabajaron con García Lorca, Lope de Vega o Calderón de la Barca. Ser contemporánea de un autor magnífico y poder considerarlo mi amigo es un lujo”.
El Cartógrafo es el tercer montaje que dirige Mayorga (Madrid, 1965), tras La lengua en pedazos y Reikiavik. La obra, estrenada en Teatro Calderón de Valladolid, comenzó ayer su andadura en las Naves del Matadero del Teatro Español, donde se podrá ver hasta el 26 de febrero.
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