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Las cuestas de Ciutat Meridiana

Entidades y vecinos del barrio más pobre de Barcelona lamentan la dejadez de la Administración

Josep Catà
Una esquina en el barrio de Ciutat Meridiana, en el distrito de Nou Barris.
Una esquina en el barrio de Ciutat Meridiana, en el distrito de Nou Barris.Carles Ribas

"¿Este qué, entra o sale?". Fili Bravo, presidente de la Asociación de Vecinos de Ciutat Meridiana, señala a un hombre cargado con muebles y cajas. ¿Mudanzas? Bravo esboza una sonrisa triste: según él, solo puede ser alguien que se marcha antes de que le desahucien o alguien que por unos 400 euros ha conseguido que le revienten la puerta de un piso vacío. El grave problema de la vivienda en Ciutat Meridiana se suma al paro y a la pobreza que ha dejado la crisis en este barrio, el que tiene la renta más baja de Barcelona. Vecinos y entidades lamentan la dejadez de la Administración.

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Construido en los años sesenta en un terreno que anteriormente había sido descartado para un cementerio por la mala orografía y las humedades, las principales calles de Ciutat Meridiana serpentean como los senderos de las montañas: buscan el camino con menos pendiente, lo que los hace interminables. En medio, altos bloques de pisos, cuestas empinadas y ascensores y escaleras mecánicas que buscan facilitar la movilidad. A los lados, Collserola, el tren y una ancha autopista.

"En este barrio no notamos los cambios, no interesamos a los políticos", lamenta Bravo, que no cree que el equipo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, sea muy diferente del anterior. "Faltan infraestructuras, dinamizar el comercio y la gente, acabar con el paro y los desahucios", enumera. Sin embargo, la relación con las instituciones ha mejorado mucho respecto a 2014, cuando unos vecinos, después de parar uno de tantos desahucios, asaltaron la sede de los Servicios Sociales.

Con el paso de la crisis, Ciutat Meridiana ha perdido población y ahora cuenta con algo más de 10.000 habitantes. La tasa de desempleo (15,9%) dobla a la de Barcelona, y la inmigración en el barrio es diez puntos superior a la media de la ciudad.

"El ambiente del barrio está muy enrarecido, hay mucho trapicheo, calles sucias...", asegura una vecina. Culpa a los extranjeros del estado del barrio, una zona que acogió a la inmigración andaluza en los sesenta y que ahora atrae a paquistaníes y ecuatorianos. "Educar en la integración y la multiculturalidad es precisamente uno de nuestros objetivos", explica Antoni Parrilla, director del PES Cruïlla, uno de los centros sociales del barrio con proyectos educativos y de formación profesional. La finalidad del tejido social del barrio, según Parrilla, tiene que ser revertir la situación mediante la educación: "Cohesionar, mejorar la convivencia".

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Sobre la firma

Josep Catà
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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