Compras que vienen y van

“Los vendedores de estos espacios son los nuevos feriantes, hay un ‘boom’ de los mercados”, explica Liliana Peligro, portavoz del Molly Market, que cumple once ediciones con más de 90 puestos de pequeños diseñadores, talleres y conciertos y que estará en el Colegio de Arquitectos (COAM) los días 10 y 11 de diciembre. “La oferta incluye diseño, moda, ilustración, gastronomía”, cuenta Peligro, que es además una de las artistas que expone en esta edición. Unos pasos más allá, en el mismo centro, florecen varios puestos más..En el señorial número 14 de la calle Velarde, del 20 al 23 de diciembre se abre la ‘pop up store’ de moda, arte y decoración Ciento y pico Market.

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Y antes de salir de Malasaña, en la calle Campoamor 5, prendas de lujo y café en La Piscine, los días 10 y 11. Caminando hacia Gran Vía, en el número 13, está el Mercadillo del Gato, con centenar de expositores de ropa, cosméticos y bisutería. En la Plaza de la Cebada, los días 16 a 18 de diciembre se abre el ya conocido Nómada Market, en Alcalá, 42 , que completa la oferta con dj’s y talleres y el Mercado de Diseño los días 17 y 18 de diciembre en el Círculo de Bellas Artes. También es bien conocido el del Mercado de Motores, que calienta ídem para los días 10 y 11 de diciembre.

Otra de las señas de identidad de estos mercadillos es que la decoración forma parte del escenario.. Por eso, los espacios están muy cuidados y suelen ser edificios históricos, instalaciones como una vieja estación e incluso palacios. Es el caso del Infinitomil Market, con terraza de invierno en el Palacio de Santa Bárbara. O del New Town Market en el edificio señorial de Richards Gans, en el 66 de Princesa. Del 12 de diciembre al 5 de enero venden ropa, zapatos y complementos y ofrece piscolabis en forma de bar, “también pop up”, explican.

De corte de lujo también están The Curated Corner, hasta el 25 de diciembre en Fernando el Santo, 18. Y Chic Pop Up, que en Claudio Coello 53, monta su mercadillo efímero con más de cien puestos que cambian cada semana, flamenco de Joselín Vargas y oferta gourmet. “Lo especial de estas tiendas es que el producto cambia y desaparece”, explica Rocío Padura, una de las socias, “más que un mercado es un evento y existe un contacto directo con los creadores”.

Ese contacto con los diseñadores y artesanos es uno de los atractivos de los expositores, que por cierto, pueden llegar a pagar desde 200 a más de 600 euros por plantar su tenderete. “El contacto directo con el cliente es lo mejor, porque te dicen lo bueno y lo malo”, cuenta Víctor García Aguado, artesano de las lámparas de madera BRZ, que estarán en Molly Market. “Conocer a otros artesanos está genial porque puedes llegar a hacer colaboraciones o llorar en su hombro y saber si lo que estás haciendo es una marcianada”.