La cuestión inglesa y el PSC
Si hay un político en Cataluña con una pronunciada capacidad estratégica es Miquel Iceta. Aún así, cuesta entender sus últimos movimientos en el tablero
El desmoronamiento de Convergència procede de causas distintas a la declinación del PSC pero ambas regresiones han generado un vacío político y una amplia confusión del electorado. Todo bipartidismo suele ser más o menos imperfecto pero en el caso de Cataluña ni se ve la posibilidad de reconstruirlo a corto plazo, con notorio provecho de ERC y el populismo de Ada Colau, con C's en una fase de duda estratégica y un PPC necesitado de una cirugía tan drástica que probablemente irá adentrándose más en la irrelevancia. Si hay un político en Cataluña con una pronunciada capacidad estratégica es Miquel Iceta. Aún así, cuesta entender sus últimos movimientos en el tablero, desde su apoyo sin alternativas a Pedro Sánchez a su aproximación a Ada Colau. A todo eso se suma la crisis general de la socialdemocracia y el estado de convalecencia prolongada del PSOE.
Durante décadas, los resultados hegemónicos del PSC en las elecciones generales confirmaban que la unificación del socialismo catalán había sido un acierto histórico, en paralelo y de modo complementario a como Felipe González aunó a una turbamulta de formaciones socialistas comenzando por la de Tierno Galván. El detonante que llevó a la fase actual, ¿habrá sido el maragallismo y sus pactos para el tripartito? Quién sabe si la idea de un segundo estatuto fue un factor positivo para el PSC. Ahora, en un momento en que los teóricos más intensos del voto racional reconocen que la decisión del votante a menudo implica un factor emocional, las sucesivas oleadas de emocionalismo que aturdieron el juicio político de Artur Mas quizás expliquen la incertidumbre estratégica del PSC. Siendo partido hermano del PSOE, se decanta por las tesis de un Pedro Sánchez derrotado, precisamente por tantear a los partidos independentistas y juguetear con un Podemos que le traicionó, institucionalmente hablando. De la mano de Pedro Sánchez, el centro izquierda hubiese desaparecido en toda España.
Para los diputados socialistas que finalmente se abstuvieron en la investidura de Mariano Rajoy, el “no” de un PSC irreductible reintroduce viejas fricciones. Vuelve la vieja pregunta sobre la asimetra que representa que el PSC goce de autonomía en su territorio a la vez que pesa en las decisiones del PSOE para toda España. En otra dimensión, es comparable a la célebre cuestión inglesa o cuestión de West Lothian. La planteó el diputado laborista por aquella circunscripción escocesa, el laborista Tam Dalyell. Si Escocia o Gales llegaban a una situación de autonomía o devolución, ¿por qué razón sus diputados en Londres debían tener derecho a votar sobre asuntos ingleses cuando los diputados ingleses no tendrían voz en las decisiones escocesas o de Gales?
Así, por ejemplo, los diputados de Cataluña en las Cortes contribuyen a legislar sobre el sistema educativo español mientras que los demás diputados no pueden incidir en las cuestiones educativas que reglamente el parlamento autonómico en Cataluña. Los niveles de competencias no siempre se respetan y los abundantes contenciosos indican que la cuestión está por resolver.
Lo que ahora plantean los sectores del PSOE más irritados con el PSC es que sus socios catalanes formen parte del Comité Federal del PSOE y no acaten sus decisiones, como ocurrió con la abstención en la investidura de Rajoy. Tangencialmente se aduce que el PSC se abstuvo en la investidura de Artur Mas, sin haberlo hecho ahora con la de Rajoy. Iceta, hábilmente, responde que antes de la investidura de Mas se había pactado un documento que luego no fue respetado pero, reconociendo la posibilidad de que aquella abstención fuese un error, dice que eso no justifica que el PSOE ahora haya hecho el mismo error.
Teniendo en cuenta que lleva tiempo perdiendo votos ¿cuál será la estrategia del PSC en unas elecciones autonómicas que pueden ser en unos meses? Tal vez el hermanamiento PSOE-PSC ha agotado las baterías. Quizás Iceta tenga in mente una filigrana táctica para recuperar terreno, adhiriéndose a ese intenso glissement à gauche que parece imparable en Cataluña. Para los socialistas, unas terceras elecciones generales hubiesen sido un grave tropiezo. Es posible que Iceta haya dado con la fórmula para evitar el decaimiento de un PSC cuando a Carles Puigdemont no le quede más remedio que convocar elecciones autonómicas a su pesar y por mandato de la CUP. Es posible, pero lo cierto es que el centroizquierda está desapareciendo en Cataluña.
Valentí Puig es escritor.
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