La grandeza de Rusia
Música popular con Porest, una comedia teatral de Paraninfo 58, 'El Lago de los Cisnes' por el Ballet Nacional Ruso o la Filarmónica de Luxemburgo, propuestas para la semana
fusión
Esto no es world music por Íñigo López Palacios
Porest es el alias con el que el californiano Mark Gergis ha ido fabricando un mundo sonoro y visual propio a través de fragmentos de tradiciones ajenas. Apasionado de las músicas populares se aproxima a los sonidos y la imaginería de los más diversos rincones del mundo, de oriente medio al sudeste asiático, desde una perspectiva más etnográfica que folclórica, en las antípodas del colonialismo cultural. Con su propio sello discográfico, Sham Palace, Gergis ha dado salido a olvidadas joyas y grabaciones adquiridas alrededor del mundo. El viernes actúa en El perro de la parte de atrás del coche presentando su último álbum, Modern Journal of popular savagery.
clásica
La grandeza de Rusia por Miguel Pérez Martín
Rusia siempre ha tenido en la música una de sus más amadas artes. Los compositores rusos han conseguido composiciones tan brillantes como desgarradas, piezas capaces de abrumar al oído más escéptico. La Filarmónica de Luxemburgo, que llega el miércoles al Auditorio Nacional dirigida por Gustavo Gimeno, trae a la más grande de las Rusias hasta Madrid. Empieza el recital con Mussorgski y su Noche en el Monte Pelado, una pieza recubierta de niebla con tintes descriptivos que nos ayudan a levantar mentalmente un panorama de misterio. Da paso en el concierto esta obra a una explosión sentimental como es el Concierto para violín y orquesta de Chaikovski, una auténtica catedral sonora que exige a un violinista de cualidades divinas y a una orquesta que sepa armar el puzle junto al solista, sin querer imponerse a las soberbias melodías que ideó para el padre de la cuerda el compositor ruso. Para cerrar la noche, una revisitación al Stravinski más rompedor y polémico, el de ‘La consagración de la Primavera’. Una obra siempre nueva, siempre fresca.
teatro
Querer y ser querido por Eduardo López
La compañía Paraninfo 58 estrenaba el año pasado Como si no hubiera un mañana, propuesta dirigida por Andrés P. Dwyer. Tras el éxito de público la compañía ha decidido volver, a partir del viernes, a la sala AZarte (San Marcos, 19). Este espectáculo, que busca la comedia en medio del caos, está conformada por tres historias escritas por tres autores diferentes en torno a una misma idea: ¿Qué pasa con el amor si se acaba el mundo tal y como lo conocemos? José Padilla propone en Siempre nos quedará París, la situación límite de una pareja que intenta suicidarse saltando al vacío desde una Torre Eifell semiderruida; Pablo Vara en su texto, Un hombre afortunado, recrea una conversación cargada de humor negro entre dos desconocidos, que comparten una botella de whisky, y Fran Secunza en El momento en que te das cuenta de que vas a caer, muestra como una mujer y un hombre estrechan su relación en lo que podría denominarse una escena de “amor costumbrista postapocalíptica”.
danza
Un 'Lago' de tradición moscovita por Roger Salas
El que fuera un solista destacado del Ballet del Teatro Bolshoi, Serguei Ratchenko (Moscú, 1944), presenta en el Teatro Fernán Gómez (Centro Cultural de La Villa) su versión de El lago de los cisnes con la compañía que dirige desde su fundación en 1989: el Ballet Nacional Ruso. Ratchenko, que fue pareja escénica de Maya Plisetskaia en numerosas ocasiones y que creara el rol del Torero en “Carmen Suite” junto a la gran diva rusa, propone un “Lago” académico pero con algunos toques y síntesis que lo actualizan y dinamizan al gusto del espectador contemporáneo.
Serguei Ratchenko se formó en la academia moscovita, y ha vivido en primera persona la evolución de este renombrado y popular clásico ballet de repertorio, con la música de Chaicovski y coreografía original de Marius Petipa y Lev Ivanov. La coreografía original (o lo que quedaba de ella) en Moscú precisamente fue adaptada a principios de siglo XX por Alexander Gorski y a partir de ahí ha conocido múltiples variantes tanto en el orden musical como en el tratamiento del personaje canónico: Odette-Odille, el cisne blanco que se transforma en el cisne negro por los encantamientos de un brujo maléfico. Este cisne-mujer en sus dos orientaciones (el bien y el mal) es interpretado habitualmente por una sola bailarina que debe con sus dotes y virtuosismo, desdoblarse en los dos imaginarios.
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