Otro jardín bosquiano

El artista Florencio Maíllo (Mogarraz, Salamanca, 1962) pintó entre 2013 y 2015 más de 150 obras inspiradas en el panel central del tríptico El jardín de las delicias de El Bosco, ese en el que representa un paraíso lisérgico y terrorífico entregado a las bajas pasiones y a la lujuria. En la exposición Del jardín del Bosco, que se puede ver en el museo Nacional de Artes Decorativas (Montalbán, 12), se muestra está prolífica obra de Maíllo (que incluye técnicas como la pintura, la fotografía, la serigrafía o el dibujo) en diálogo con algunas de las piezas de la colección del museo.

Aunque la exposición se programó inicialmente hasta el 16 de octubre, los rezagados tiene una nueva oportunidad para visitarla: se ha prorrogado hasta el próximo día 30. Dirige el proyecto, junto a Maíllo, Alicia Herrero Delavenay.

Aquí los pecados que quiere retratar Maíllo son los contemporáneos: el egoísmo, la falta de solidaridad, el consumismo voraz o el maltrato al medioambiente. Un políptico, de 16 piezas, se aleja de la obra de El Bosco, y muestra también a la humanidad en un mundo idílico, pacífico e inocente.

El diálogo de la exposición con las piezas del museo se vertebran en torno a cinco conceptos: el caballo, los cuerpos desnudos, los frutos, las plantas y las flores, y los fluidos. Así podemos ver, en torno a estos temas, una pecera china del s. XIX, un vaso alemán de marfil del s. XVIII o un jarro de plata contemporáneo, obra de Damián Garrido.

Además, el recorrido se acompaña de fragmentos literarios de Luis Peñalver Alhambra. En uno de ellos recuerda una cita de John Berger muy adecuada a este proyecto expositivo: “En el reino de lo visible, todas las épocas coexisten fraternalmente, aunque estén separadas por siglos o milenios”.