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JUAN JOSÉ OMELLA | Arzobispo de Barcelona

“Se reducirán las visitas a la Sagrada Familia; es un lugar de culto”

El Arzobispo de Barcelona defiende el nombramiento de párrocos conservadores en algunas iglesias catalanas

El nombramiento de Juan José Omella (1946) como arzobispo de Barcelona no escapó del revuelo político. Tras nueve meses al frente de la jerarquía catalana, este turolense se enfrenta ahora al día a día diocesano, una gestión que tampoco se ha visto salvada de polémicas como las desatadas por sus movimientos parroquiales y vetos a conferencias de teólogos progresistas. “Escuchar es fundamental, pero eso no significa siempre hacer caso de lo que dice el otro”, justifica.

Pregunta. La alcaldesa Colau rechaza otra vez asistir a la misa de la Mercè. ¿Está molesto?

Respuesta. Me gustaría que quién encabeza la institución que representa a todos los barceloneses fuera a un acto que es importante para una parte de los ciudadanos. Pero respeto su decisión. La iglesia está abierta para todos los que quieran entrar.

P. ¿Y qué opina del cruce de pregones?

R. No me gusta una sociedad dividida. El Papa habla mucho de una cultura del encuentro, trabajar por unir, respetar, siempre del otro puedes aprender mucho.

“Los progresistas pueden decir lo que quieran pero no en la parroquia”

P. ¿En estos nueve meses qué ha aprendido de Cataluña?

R. Poco a poco voy tomando el pulso de esta ciudad tan cosmopolita. Es una sociedad emprendedora, de una gran cultura. Tiene unas hondas raíces cristianas si bien al estar tan abierta al paso de culturas se ha secularizado mucho. Y tiene una gran sensibilidad social, donde hay un compromiso de la sociedad civil y religiosa con los pobres. Y mi labor aquí, como lo decía San Pablo, es soplar sobre esas cenizas para que pueda prender la llama de esos valores cristianos.

P. Su nombramiento fue interpretado en clave política. ¿Cómo lo ve ahora?

R. La politización en general es muy fuerte en toda España. No sé quién contribuye más, si los periodistas o los políticos. Pero yo, que soy de pueblo pequeño, veo que la gente tampoco se deja influenciar mucho. Parece que todo está politizado, pero la realidad es otra cuando vas por la calle, la gente no está tan crispada y trabaja por el bien común.

P. ¿Por qué los feligreses de Pubilla Cases no lograron convencerle de parar el nombramiento de párrocos conservadores?

R. Las razones que me daban no las acababa de ver. Vienen unos sacerdotes a trabajar a Barcelona, que hablan catalán… vamos a acogerlos. Lo que me decían es que procedían de una iglesia muy carca. Pero ¿son evangélicos, verdad? Las comunidades cristianas tenemos que ser acogedoras, no excluyentes. Al final creo que, aunque no les ha gustado, los han aceptado porque la acogida es lo que ha de primar.

P. ¿Cómo encaja ese mensaje con los vetos a conferencias como las de los teólogos Juan José Tamayo o Krzysztof Charamsa?

“En la calle la gente no está tan crispada y trabaja por el bien común”

R. Hay que potenciar lo que es acorde con el pensamiento de la Iglesia Católica y no es su caso. Ellos tienen una petición de corrección de la Congregación de la Doctrina de la Fe y no la han hecho. Entonces justo es que yo diga que pueden pensar lo que quieran pero que no lo proclamen dentro de mi casa, que es la parroquia. Los respeto, pero que no me hagan comulgar con esas ideas en mi casa.

P. Pero algunas cosas que dice Francisco parecen estar fuera de ese pensamiento católico...

R. Eso lo piensan ustedes, pero no la doctrina de la fe.

P. Pronto tendrá que renovar su Consejo Episcopal. ¿Habrá cambios sustanciales?

R. Lo que no hay que hacer nunca son caminos muy rupturistas. Pero quiero escuchar. Ya hay un camino hecho por mis antecesores que hay que valorar y tenemos un muy buen clero.

“Las sentencias del arte sacro y Sijena hay que cumplirlas”

El actual Arzobispo de Barcelona tiene un papel en los conflictos por el arte sacro de la Franja. Juan José Omella era obispo de Barbastro-Monzón cuando se comenzó a reclamar las 113 obras de arte sacro de la Franja que se encontraban en el museo diocesano de Lleida.

“Hay una sentencia clarísima de la asignatura apostólica [el máximo tribunal eclesiástico] que dice que hay que devolver esas obras y no se ha hecho y las sentencias son para cumplirlas”, asegura el prelado.

Respecto al otro conflicto que enfrenta a Cataluña y Aragón: la venta de 97 piezas y las pinturas murales de la sala capitular del monasterio de Sijena que expone el MNAC, Omella es menos contundente si bien también pide que se cumplan las decisiones judiciales. “Es importante el diálogo entre Administraciones para ver cuál es la situación técnica real. El tema ahora es político y debería ser técnico”, pide el arzobispo.

“El juez dice que se devuelva esas piezas. Algunos dicen que las pinturas murales no se pueden arrancar, y es una cosa que el juez tendrá que valorar”, pide el máximo prelado catalán.

P. Desde 2011 se han ordenado 15 sacerdotes diocesanos en Barcelona y han muerto 63. ¿Cada vez es más difícil tener pastores?

R. Venimos de un tiempo donde prácticamente había un cura por cada campanario. Sumando, en España todavía tenemos mucho clero, de edad mayor es verdad, y eso es un reto. En Barcelona este año han entrado cinco más al seminario y eso es esperanzador. Lo importante no es tanto el número como la calidad. Tener iglesias vacías también es un reto. Unas veces la palabra de Dios se escucha más o menos pero siempre toca el corazón.

P. ¿Hay que reducir el número de turistas en la Sagrada Familia?

R. La obra es un símbolo, si no el primero, de Barcelona. Me preocupa que se convierta en un mero museo. Gaudí la pensó como un lugar de culto y de catequesis. Por eso ya tenemos un plan para celebrar más eucaristía, estamos poniendo calefacción y bancos. De alguna manera se reducirán las visitas porque habrá momentos de culto. El dinero que se recauda es para pagar las obras.

P. ¿El Papa vendrá pronto a Barcelona?

R. No sé si está en sus planes. Es un hombre que siempre busca las periferias para llevar el consuelo y el ánimo a comunidades que lo necesitan, su última visita a Kosovo, por ejemplo. Sacrifico una visita de él por seguir con esa labor tan importante.

P. ¿Pero la secularización de Europa no la convierte, de alguna manera, en una periferia?

R. La secularización va muy unida a otros elementos como la crisis de gobiernos. No tenemos grandes líderes. También está la crisis de la familia y la natalidad y la económica, de la que estamos saliendo de una manera desigual y no solidaria. La gran crisis ya no es si creemos en Dios o no, aquí hay una crisis de antropología. ¿Qué ser humano estamos construyendo?

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