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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El socialismo catalán de ahora y de antes

Muchos de los que permanecen en el PSC no quieren que su partido sea como el de antes

Enric Company

Cuando en 2012 la dinámica política catalana se aceleró y el independentismo dio un espectacular salto hacia adelante, la izquierda catalana que había apostado por el modelo autonómico tuvo que afrontar una fuerte tensión en direcciones opuestas: una parte de sus electores fueron atraídos por el soberanismo al mismo tiempo que otra se reafirmó en el unionismo español. El PSC se adentró en la peor de sus crisis, sufrió una espectacular sangría: perdió votos, diputados, concejales, alcaldes y militantes. Unos se fueron a Ciudadanos, otros a ERC, otros se escindieron en pequeñas organizaciones que no han prosperado, y muchos otros se fueron a sus casas. A partir de las elecciones municipales y legislativas de 2015 se vio que una gran cantidad de estos electores apostaban por posiciones intermedias, y eso fue lo que permitió el enorme crecimiento de las confluencias de izquierdas en torno a Ada Colau, Podemos, Iniciativa e IU. Los que mantuvieron la demanda de un referéndum en Cataluña.

Para muchos de los socialistas que durante esta etapa habían abandonado al PSC, e incluso para muchos de los que se quedaron, pero no todos, lo más relevante de este duro proceso de adelgazamiento fue que, dijeran lo que dijeran los estatutos, el PSC había dejado de ser por fin un partido nacional catalán, distinto del PSOE, pero federado con él, y se había convertido en algo muy parecido a la fórmula del socialismo vasco: españolismo puro y duro, confrontación pura y simple con el nacionalismo vasco. Nada de ambigüedades, ni políticas ni organizativas: el PSC pasaría a ser el PSOE, como todas las demás organizaciones regionales. Ese fue el paso que se ratificó en 2013 cuando los socialistas catalanes decidieron renunciar a la que había sido su posición frente al independentismo en Cataluña: si tiene que haber referéndum, tiene que ser legal y acordado entre las partes, es decir, con el Gobierno de España. Y si no, no.

Esto explica, en gran parte, que el PSC haya salido de las últimas elecciones legislativas como cuarta fuerza, después de que en las municipales quedara también relegado a posiciones impensables hace pocos años. Explica también que obtuviera solo cuatro concejales en Barcelona. Pero cuando todos los observadores creían que el socialismo catalán se daba ya por definitivamente alineado con el PSOE en esta delicada materia, Miquel Iceta, el primer secretario que había pilotado esa evolución, resucita el modelo del viejo PSC y reivindica su razón de ser como partido catalán: lanza su propia fórmula para afrontar la crisis de relación Cataluña/ España abierta desde la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Si el viernes parecía que era posible un retorno del viejo PSC, es decir, un partido distinto del PSOE, con manos libres para decidir su política catalana, el domingo la dura realidad indica que muy probablemente el intento de Iceta no sea ya posible. Muchos de los que permanecen en el PSC no quieren que su partido sea como el de antes. En el PSC ahora deciden ellos.

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