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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Hay que respetar a las personas?

Oriol Junqueras no respondió a ninguna de las cuestiones que le planteó Josep Borrell. Pero lo grave es que, a base de repetirlas, afirmaciones sin base alguna se dan por ciertas y ni siquiera hace falta justificarlas

Francesc de Carreras

Respeto, en principio, a todas las personas, pero no a todas las ideas. A las ideas que tienen las personas, naturalmente. Escribo este artículo tras ver el debate entre Oriol Junqueras y Josep Borrell en el programa de TV8 que dirige Josep Cuní. En términos futbolísticos, el resultado del debate hubiera sido de 5 a 0 a favor de Josep Borrell, jugando éste en campo contrario. Junqueras ha acabado totalmente noqueada ante la implacable realidad de los hechos y argumentaciones que exponía, pausadamente y con toda claridad, el antiguo ministro socialista.

El vicepresidente económico del Gobierno catalán no ha respondido a ninguna de las cuestiones que se le formulaban, a ninguna. Sólo iba repitiendo el famoso latiguillo de que los catalanes tenemos derecho a decidir. Era su único argumento cuando las cuestiones que se planteaban eran otras. Borrell requería su opinión sobre dos temas: si consideraba que la independencia supone la exclusión de Cataluña de la Unión Europea y si el cálculo de las llamadas balanzas fiscales fue erróneo durante mucho tiempo hasta que hace un año lo corrigió Andreu Mas-Colell, consejero de Economía con Artur Mas y antecesor de Junqueras en ese cargo. Tanto en un caso como en otro, Junqueras había sostenido repetidamente que la independencia no suponía la salida de la UE y que el déficit fiscal catalán hasta ahora era de 16.000 millones de euros (el año pasado 14.000), casi la mitad del presupuesto anual de la Generalitat, cuando Mas Colell lo había rebajado a 2.000.

Tanto en un tema como en otro el mantra siempre era el mismo: “Pero si los catalanes tenemos derecho a decidir, esto lo sabe todo el mundo”. Borrell le recordaba que sus afirmaciones no se correspondían ni con las normas europeas ni con los datos económicos, le pedía que razonara sus posiciones y si se reafirmaba en las mismas. Daba igual, la respuesta siempre era salir por la tangente: “Pero si tenemos derecho a decidir”. Argumentos, cero.

Sin embargo, lo grave del asunto no es Junqueras, lo grave es que los medios de comunicación catalanes, especialmente los audiovisuales, tanto públicos como privados, vienen repitiendo lo mismo desde hace años en la manipulación de las noticias, en las declaraciones de los políticos, en las tertulias. Afirmaciones sin base alguna se dan ya por supuestas, ni siquiera hace falta justificarlas. Lavado de cerebro continuado. “Una mentira repetida muchas veces pasa a convertirse en verdad”. Ya saben quien formuló esta gravísima consigna, allá por los años treinta del siglo pasado, no hace falta repetir su nombre. Su aplicación en Cataluña ha sido de una enorme eficacia.

Pero también debe decirse que la mayoría de aquellos que, por oficio y conocimientos, saben que determinadas afirmaciones no están fundamentadas, es decir, los juristas que no pueden tener dudas de la salida de la UE en caso de secesión o los economistas que conocen bien el mal cálculo de las balanzas fiscales, incluso si tiene mucho sentido calcularlas, o bien han justificado las posiciones oficiales o bien han callado, mirando hacia otro lado, para no comprometerse.

En ese sentido, el libro de Borrell, escrito conjuntamente con Joan Llorach, Las cuentas y los cuentos de la independencia (Editorial La Catarata, Madrid, 2015) ha sido un ejemplo de cómo se debe actuar para configurar una opinión pública bien informada: averiguando la verdad de las cosas, exponiéndola con claridad, difundiéndola. Otro libro ejemplar, que rebate de forma muy bien argumentada la falacia del pretendido derecho a decidir, es el de Xavier Pons, catedrático de Derecho Internacional de la Universidad de Barcelona, Cataluña: derecho a decidir y derecho internacional (Editorial Reus, Madrid, 2015). Pero a los tertulianos habituales de las radios y televisiones catalanas, sospechosos por supuesto, no le hace falta leer libros, sus conocimientos sólo brotan de sus emociones. Como Junqueras el lunes por la noche.

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Por esto decía al comienzo de este artículo que respeto, en principio, a todas las personas pero no a todas las ideas. Está claro, por ejemplo, que las ideas que van en contra de los principios básicos de la convivencia, en especial la libertad, la igualdad y la solidaridad, no son respetables. En cuanto a las personas, fíjense que tomo la precaución de escribir “en principio”, porque aquellas que no son rigurosas en la consideración de los hechos ni coherentes y lógicas en las argumentaciones, tampoco son respetables. ¿Entiendes, Junqueras?

Fancesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.

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