El norte de Madrid tiene que despegar
Segunda parte de la reflexión que Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, hace sobre la Operación Chamartín
En la primera tribuna publicada en EL PAÍS evaluamos el Plan realizado por anteriores Administraciones sobre qué se puede y se debe hacer en el norte de la ciudad y de cómo hacerlo. Hablemos ahora del nuevo, de ‘Madrid Puerta Norte’.
Hoy ha quedado obsoleta la idea de prolongar la Castellana sustentada en una concepción de continua homogeneidad que choca con las realidades tan distintas que se dan a lo largo de sus bordes. No cabe diluir la pretendida centralidad del Norte en la prolongación del eje. Las condiciones para construirla solo se dan en las ubicaciones más cercanas al centro, al Sur de Calle 30. Por ello hemos dividido en dos el conjunto del área a la que se remitía el plan anterior, tanto para su ordenación como para su gestión.
Al Sur de Calle 30 enfatizamos la componente con mayor innovación: el gran Centro de Negocios de Madrid. Muchos expertos coinciden en que este es el lugar más apropiado para conformar un potente nodo de actividad económica aprovechando lo que ya tenemos: las cuatro torres, además de la quinta que previsiblemente llegará muy pronto, y la estación de Chamartín, origen de la operación. Esta es a la vez una reconocida asignatura pendiente de la ciudad y un foco de centralidad.
Para completar ese gran Centro de Negocios, pensaremos el destino de parte de los terrenos de las cocheras de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) y de las instalaciones deportivas anexas. Asimismo, detrás de la estación, abrazando el haz de vía férreas, quedan dos franjas laterales donde se puede edificar. Entre ambas franjas se extiende el haz en su máxima anchura, que estaba previsto cubrir con una inmensa losa de hormigón sobre la que se proyectaba un gran parque. Porque nunca se trató de soterrar las vías, sino de obtener el exigido suelo dotacional. Ahora, aliviada la presión de la edificabilidad global, podemos evaluar con más tranquilidad la dimensión idónea de esa losa.
Entre los ámbitos Sur y Norte discurre la Calle 30 y se encuentra el elemento crucial del Nudo Norte. Todo el conflicto de tráfico que se produce en su entorno no se resolverá mediante costosísimas obras de infraestructura que siempre se quedan cortas. El nudo diseñado era también una herencia del pasado, que entraría en contradicción con soluciones de tráfico que el Ayuntamiento viene adoptando, desde hace años, en los nudos de Calle 30. Ninguna ciudad moderna abordaría hoy una obra así. No solo por su enorme coste, 150 millones de euros, sino también por su incoherencia con la política de movilidad racional y sostenible que queremos.
Y al Norte, por fin, encontramos un extenso territorio que, por su gran diversidad, no puede entenderse de forma homogénea. Por eso hemos planteado un tratamiento diferenciado, atendiendo a los condicionantes del entorno, que asegure una adecuada transición entre “lo existente” y “lo nuevo”. Es posible que lo que más sorprenda aquí sea nuestra apuesta por mantener el polígono industrial Malmea, algo que no se plantea como dogma pero sí como declaración de intenciones. ¿Por qué hemos de aceptar que esta clase de industria es incompatible con otros usos urbanos? Quizá si en lugar de polígono lo llamáramos BIZ (Business Industrial Zones), como ocurre en Nueva York, estaríamos hablando de otra cosa.
Establecidos los planteamientos generales que definen el conjunto de la actuación, podemos ya abordar el desarrollo de lo que, más allá de lo ferroviario, pudiéramos denominar el Complejo Estación, incorporándole otros usos, que podría incluir también los suelos aledaños de la Colonia Campamento. El conjunto puede ser objeto de la convocatoria inmediata de un concurso internacional, como el que se hizo en su día con tanto éxito para la renovación de la estación de Atocha.
Dicho concurso podría responder al siguiente esquema: ofrecer la remodelación y mejora de la estación, con todas las especificaciones que establezca el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), así como la resolución de los accesos y del entorno inmediato, que fijaríamos desde el Ayuntamiento, a cambio de urbanizar y rentabilizar los suelos disponibles que se propongan de otros usos: oficinas, hotel, comercio, etcétera. No es algo nuevo. Se ha planteado en muchas otras estaciones en el mundo. Cualquier propuesta coherente con este planteamiento tendría cabida.
De esta forma, los aprovechamientos generados por suelos que son públicos revertirían en beneficio de la ciudad. Las Administraciones no tendrían que asumir costes añadidos. Las inversiones serían financiadas por los beneficios generados por la explotación de esos suelos y los promotores privados se garantizarían unos retornos más que rentables. Una operación en la que ganamos todos.
Mediante esta fórmula, ADIF podría “recuperar” buena parte, o todos, de los activos que artificialmente esperaba conseguir en el Plan anterior. Y lo mismo sucedería con la empresa del BBVA, Distrito Castellana Norte (DCN). Como titular de los derechos de gestión del suelo de ADIF, y en reconocimiento a su perseverancia, DCN podría asumir la gestión y explotación de los suelos que las Administraciones no vayan a desarrollar.
En la propuesta inicial del Ayuntamiento hemos adelantado unos niveles tentativos de ocupación. Aunque se trata de un lógico redimensionado a la desmesura anterior, pudiera parecer que nos hemos quedado cortos. Estamos abiertos a revisar los índices de edificabilidad asignados. Tras haber soltado el lastre de la sobreocupación generada por el cómputo de los sistemas generales, suelo viario y ferroviario, podemos establecer los valores idóneos en cada porción de terreno, sin fijar de entrada límites. El concurso internacional propuesto podría darnos pautas muy precisas.
Si alcanzamos el consenso entre todos los agentes implicados, el Complejo Estación podría ser una realidad muy pronto. Estamos hablando de uno de los proyectos más importantes del mundo en este momento, que situaría a Madrid en el centro del debate urbano. El concurso podría lanzarse antes de finalizar el año.
Con este planteamiento queremos tender la mano al resto de agentes implicados para terminar de definir este proyecto y ponerlo en marcha cuanto antes. No nos podemos permitir otros 23 años de inmovilismo. El Norte de Madrid tiene que despegar ya.
Manuela Carmena es alcaldesa de Madrid
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