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ROCK

El improperio suelto

Un avejentado John Lydon conserva el cetro de librepensador histriónico en la primera visita madrileña de las tres ultimas décadas del ex de los Sex Pistols

El ex cantante de los Sex Pistols, John Lydon.
El ex cantante de los Sex Pistols, John Lydon. JAVIER HERNÁNDEZ

Los años han sido crueles con John Lydon a efectos de fotogenia: le sobran dioptrias y lípidos, pero sobre todo le falta un asesor (o tan siquiera un alma caritativa) que le desaconseje una camisa como la de este domingo en Joy Eslava, lo más parecido que encontrarán en el mercado a una colección de retales de la abuela. Pero el sexagenario desastrado que nos ocupa, un tipo que seguramente lo ha visto e infringido todo, sigue resultando verosímil y hasta magnífico a la hora de representar la furia, la impertinencia, el verso (o improperio) suelto. Esto no es 1978, desde luego, pero siguen sobrando motivos para que el personal luzca el rictus enfurruñado. Y si PiL no pueden ejercer a estas alturas de movimiento antisistema, admitamos que al menos siguen sirviendo como simpáticos tocapelotas.

Treinta años llevaban Public Image Ltd sin hacer escala en la Villa, así que la acogida resultó necesariamente multitudinaria, cómplice y hasta intergeneracional. Merece siempre la pena certificar la capacidad de supervivencia de los pioneros, esta vez de aquello que llamamos 'post-punk', y el histrionismo de Lydon supera al respecto todos los controles de calidad. Porque ahora alterna el negro delirio de la histórica Death Disco con el pintoresco aire tribal de The one, una de las abundantes escalas en el reciente What The World Needs Now (2015).

PiL siguen aspirando a incomodar. Incluso su casi involuntario mayor éxito, This Is Not a Love Song, lo ventilan a las terceras de cambio, encadenado con Bettie Page para evitar ovaciones y demás síntomas de euforia. Lo curioso es que mientras John farfulla o berrea, sus camaradas aportan descargas casi bailables (Tie Me to the Lenght), extensas letanías (Religion) o coros insólitamente melódicos (Order of Death), una colisión tan desconcertante como atractiva.

Fenómenos recientes como Sleaford Mods serían difíciles de procesar sin el ascendente de PiL. El desaliño del líder no computa: ya imaginamos que un antiguo integrante de Sex Pistols está llamado a ir de por vida a su santísima bola. Camisolas de la abuelita incluidas.

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