Enésimo desalojo de un campamento de inmigrantes en el Poblenou

Los planes urbanísticos los acorralan y los expulsan, pero mientras haya, encuentran otras naves vacías. Hoy son las de la calle de Pamplona, al lado de la Meridiana, donde la Guardia Urbana ha desalojado un campamento donde viven y almacenan chatarra unos 50 inmigrantes, a pesar de que este martes ya sólo quedaban 15. La razón oficial es el elevado riesgo de incendio y las malas condiciones de las naves, según fuentes municipales.

El complejo, de titularidad municipal, está formado por un par de naves, más los patios que las comunican, donde se repite el esquema. Barracas de madera y cartones contra las paredes. No les hace falta techo, porque están a cubierto. Y en las zonas comunes toda la chatarra o desechos que uno sea capaz de imaginar: bicicletas, carros, juguetes, electrodomésticos, colchones, muebles, televisores, ventanas sin vidrios, maletas, palanganas, asientos de oficina, lámparas, maniquís... Y además, furgonetas.

La mayoría de los habitantes del campamento son subsaharianos y marroquíes. Raül, vecino del barrio, explica que hace cinco años que están y que quién corta el bacalao en el asentamiento les cobraba entre 30 y 50 euros por habitáculo, en función de su tamaño. Hace horas que sacan carros de supermercado con sus objetos personales. Rechazan hablar con la prensa, hartos como están de ir de un lado a otro.

Fuentes municipales explican que los servicios sociales hace semanas que trabajan intensamente en el campamento. De hecho, sus habitantes ya empezaron a sacar pertenencias el pasado domingo. Además de la policía, que ha desplazado a media docena de furgonetas, hay personal del CUESB, los trabajadores de servicios sociales que intervienen en emergencias. Están pendientes de las necesidades de los desalojados: si necesitan un lugar donde dormir o guardar muebles. Durante la operación, el distrito ha trabajado en contacto con la Red de Apoyo a los Asentamientos.

El campamento está situado a menos de 100 metros en línea recta de la pequeña puerta de acceso a la estación fantasma que se quemó en febrero.