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La lluvia desluce por la tarde la jornada en Girona

El centro de Lleida y Tarragona se llenó durante toda la mañana

Ciudadanos en un tenderete de libros en la Rambla de Girona.
Ciudadanos en un tenderete de libros en la Rambla de Girona.Agustí Encesa

“Nos ha desbordado, hacía años que no podíamos parar desde primer hora de la mañana”, aseguraba Guillem Terribas, histórico librero de Girona. Miles de personas, familias enteras, llenaron ayer La Rambla y la Plaça Catalunya de la ciudad. Pero el tiempo rompió la tregua a las tres de la tarde y la lluvia acabó desluciendo la jornada. También se llenó el centro de Tarragona y Lleida. En la capital del Segrià, sin embargo, hubo menos paradas que en otros años después de que el Ayuntamiento restringiera la concesión de licencias a raíz de la protesta de los floristas por la competencia desleal de otros años.

El día arrancó en Girona con el tradicional desayuno ofrecido por el delegado del Gobierno catalán a escritores, editores y libreros. El encuentro sirvió para conmemorar el 50º aniversario de la muerte de la escritora de L’Escala Caterina Albert, quien tras el seudónimo de Víctor Català escribió Solitud. Pero durante la mañana la fiesta estuvo en la calle. La prueba es que fue una jornada “bestial” en ventas de libros, en palabras de Terribas. Ciudadanos de otras localidades de la provincia aprovechó el sábado para ir a la capital.

Se vendieron sobre todo los libros de Empar Moliner, Víctor Amela o Blanca Busquets. Ninguno de los libros sobre el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, triunfó especialmente en su ciudad. Entre otros motivos, apuntó Terribes, porque han salido cinco en pocos meses.

El tiempo aguantó más en Lleida, que también celebró un Sant Jordi multitudinario. Sin embargo, los leridanos se pudieron perder por muchas menos paradas que otros años a pesar de que este es uno de los años con mayores novedades editoriales locales en Ponent. El Ayuntamiento de Lleida autorizó sólo 190 paradas de libros y rosas, frente a las 235 de 2015. La Paeria este año no dio permiso a una veintena por no ajustarse a la ordenanza fiscal. Una petición histórica de los floristas, que denunciaban el intrusismo de la ciudad. Aun así, los floristas aseguraban que las ventas iban a reducirse hasta un 20% al ser sábado y estar cerrados los colegios y oficinas.

Las paradas se concentraron en el Eix Comercial de Lleida y en la Rambla Aragó. No solo se vendían libros y rosas, sino que también hubo espacio para las artesanía y para el pan de Sant Jordi que, elaborado con queso, sobrasada, pasas y nueces.

Estas últimas semanas se presentaron una veintena de libros de autores de la provincia. Según el Gremio de Libreros de Lleida este año, además de otras propuestas, se podían adquirir en torno a 450 títulos de autores locales. Hay varios títulos que despuntan, entre ellos, Amb X de sexe del periodista David Marín y la política convergente y escritora Marta Alòs. Esta ya había publicado en 1997 con el político de ICV, Francesc Pané, un libro de relatos eróticos, La mano al ombligo.

Entre las obras más buscadas estaban Pacte de silenci, de Llorenç Capdevila; Un gran ciutat tota per descobrir, una nueva propuesta de guía de la ciudad de la Universidad de Lleida; la novela negra del exalcalde de les Borges Blanques, Miquel Àngel Estradé, L'assassí que llegia Vidal Vidal, el de Carles Porta, Li deien Pare, o Sóc de l'Oest, del sr Postu.

La Rambla Nova de Tarragona también se quedó pequeña por Sant Jordi. El principal paseo de la ciudad fue el epicentro de la fiesta de las rosas y de los libros. Al contrario que en Lleida, la hilera de paradas se estira unos cuantos pasos más cada año, como si quisiera acercarse al Balcó del Mediterrani, el privilegiado mirador donde el tarraconense, y el visitante, se acerca a tocar hierro.

A cada paso, había mesas llenas de libros y cubells rebosantes de rosas. Pero también una mezcla de toldos bajo los cuales se ubicaban partidos políticos, entidades, asociaciones solidarias y escuelas.

Entre toda la amalgama, un espacio reservado para la carpa que promociona los Juegos del Mediterráneo de 2017. El alcalde, Josep Fèlix Ballesteros, lo inauguró ayer después de semanas de malos trances por las reiteradas renuncias de las constructoras que tenían que levantar el Palau d’Esports.

Tapas y cervezas

Un sol radiante iluminó la jornada en Tarragona hasta entrada la tarde. No hubo excusa para no salir a pasear por Tarragona porque incluso los que están menos en forma pueden recuperar fuerzas sin estresarse demasiado. Dos rutas de tapas, cosas de la competencia entre marcas de cerveza, tienen divididos los bares de la ciudad.

En toda la demarcación, Sant Jordi dejó imágenes similares. La plaza de Mercadal de Reus, con espacios dedicados a autores locales como Marta Magrinyà o Coia Valls, también fue un hervidero de gente. La lluvia también perjudicó los festejos, de modo que las cuatro colles decidieron cancelar la jornada que habían preparado a parttir de las 20.00.

En el sur, uno de los libros que más se pedían en las paradas era el de Arturo Gaya. L’Ebre, un riu que fa pujada. Por Sant Jordi, todo hace más bajada.

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