La bulliciosa Rambla de Tarragona se queda corta por Sant Jordi
Un solo radiando ha iluminado la Diada en Tarragona hasta entrada la tarde. No ha habido excusa para no salir a pasear
La Rambla Nova de Tarragona queda corta por Sant Jordi. El principal paseo de la ciudad acontece el bullicioso epicentro de la fiesta de las rosas y de los libros y la hilera de paradas se estira unos cuántos pasos más cada año, como si quisiera acercarse al Balcó del Mediterráneo, el privilegiado mirador donde el tarraconense, y el visitante, se acerca a tocar hierro.
A cada paso, mesas llenas de libros y cubells rebosantes de rosas. Pero también todo un barrija-mezcla de toldos bajo los cuales se ubican partidos políticos, entidades, asociaciones solidarias, escuelas y ONG's.
Entre todo la amalgama, un espacio reservado para la carpa que promociona los Jocs del Mediterráneo 2017. El alcalde, Josep Fèlix Ballesteros, lo ha inaugurado hoy después de semanas de malos trances por las reiteradas renuncias de las constructoras que tenían que levantar el Palau d' Esports.
Un solo radiando ha iluminado la Diada en Tarragona hasta entrada la tarde. No ha habido excusa para no salir a pasear por Tarragona porque incluso los que están más fuera de forma pueden recuperar fuerzas sin estresarse demasiado. Dos rutas de tapas, cosas de la competencia entre marcas de cerveza, tienen divididos los bares de la ciudad.
En todo la demarcación el Sant Jordi ha dejado imágenes similares. La plaza Mercadal de Reus, con presencia de autores locales como Marta Magrinyà o Coia Valls, también ha sido un hervidero de gente.
Al sur, uno de los libros que más se pedían a las paradas era lo de Arturo Gaya. L' Ebre, un río que hace subida, es el título. Por Sant Jordi, todo hace más bajada.
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