El ‘cruento’ catálogo de Jordi Benito
Vicenç Altaió reivindica al artista, célebre por sus obras transgresoras, a través de la publicación de dos volúmenes sobre su obra
Se crucificó sobre un piano, se sumergió entre los huesos de una fosa común y se acurrucó en las tripas aún calientes de un toro descuartizado. Las acciones del artista conceptual y performer Jordi Benito (Granollers, 1951 - 2008) sacudieron como un tornado la escena artística española y su prematuro fallecimiento dejó un enorme vacío, pero también un extraordinario legado acumulado en casi 40 años de trayectoria profesional. Se trata de un caudal de 1.500 documentos entre libros, materiales audiovisuales, carteles, revistas e invitaciones, 1.379 negativos, 2.627 fotos reveladas y 14 libretas personales manuscritas. “El que fue celebrado como uno de los artistas más radicales del arte de acción había dejado la documentación de más de 150 proyectos: ideas como imágenes y documentos como obras de arte”, explica Vicenç Altaió, que ha utilizado esta comparativa para el título del catálogo razonado que recorre toda la carrera de Benito, poniendo de manifiesto su total compenetración entre vida y arte.
En 2012 la familia donó todo el legado al Museo de Granollers, donde Altaió, profundo conocedor de la obra de Benito y comisario de algunas de sus exposiciones más sonadas, lo ordenó y catalogó en los dos volúmenes que conforman Jordi Benito. Ideas como imágenes / Documentos como obras de arte (Editorial Comanegra). El primero, que abarca entre 1971 y 1985, incluye desde las primeras instalaciones y acciones de los 70, pasando por las performances en el Centro Pompidou y la Fundación Miró, hasta los Ensayos para la Ópera Europa. “Catalogando el fondo han aparecido obras inéditas, como la serie Militar Art y las piezas que han permitido recomponer los diez volúmenes del Brutal Barcelona Performance”, indica Altaió.
El segundo volumen, que va de 1985 a 2008, se centra en las obras sonoras, el ciclo de los pianos muertos, para el que contó con la complicidad de Carles Santos y las instalaciones con luces de neón de su última etapa. “La trayectoria de Benito permite recorrer la evolución de los materiales, desde las fotocopias hasta las imágenes digitales, pasando por películas, casetes, DVD y CD. Sus obras reflejan toda una época con sus problemáticas: la crisis del espacio artístico, las limitaciones del arte efímero, la debilidad sistémica del arte catalán y la superación de las dialécticas clásicas”, asegura Altaió.
Según Carlos Toribio, director del Museo de Granollers, responsable de la digitalización y primera clasificación del fondo, “el catálogo supone colocar a Benito en el lugar que nunca tuvo que dejar”. Por el momento Toribio ha organizado la única exposición de Benito tras su muerte, junto a la que mostró en el Arts Santa Mònica su faceta más secreta, la de interiorista y diseñador de muebles.
Una ratificación de la libertad creativa de un artista que impactó con acciones cruentas y apocalipsis poéticos durante las cuales intentaba rebasar los límites de su propio cuerpo. Coincidiendo con su polémico final de mandato, el anterior director del Macba, Bartomeu Marí, firmó un comodato con el Museo de Granollers que cedió el Fondo Benito al Centro de Estudios y Documentación del Macba por 25 años. Todo apunta a que el museo realizará una gran antológica sobre la obra de Benito.
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