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Toni Hill relata una intriga de fantasmas en Cataluña

'Los ángeles de hielo' es un thriller detectivesco que se desarrolla entre caserones viejos, trastornos mentales y visiones ambiguas

Empezó con historias de detectives y, animado por un éxito rotundo de ventas, ha dado el salto al terreno de lo sobrenatural. O tal vez no, porque, como insinúa Toni Hill (Barcelona, 1966) al hablar de su última novela, “los fantasmas son la culpa de los vivos: si los ves es porque tienes algo que ocultar”. Los ángeles de hielo (Penguin Random House) es un thriller detectivesco que se desarrolla entre caserones viejos, trastornos mentales y visiones ambiguas; o una “intriga psicológica con ramalazos góticos”, como lo define Hill, barcelonés de pura cepa a pesar del apellido inglés.

Hill, que explotó la faceta noir de Barcelona en su trilogía dedicada al inspector Héctor Salgado, se introduce ahora en las cabezas de señoras decimonónicas y vividores de principios de siglo. “Tenía muchas ganas de meterme en los escenarios de la novela gótica y zarandearlos”, explica el autor, que estudió psicología y trabajó como traductor antes de triunfar en la literatura de entretenimiento.

Su manera de hacerlo fue jugando en casa —Los ángeles de hielo sucede mayormente en Cataluña— y en un contexto histórico más cercano, a principios de siglo XX, con la Gran Guerra como telón de fondo. En el libro, los diarios de una directora de internado se intercalan con la historia de Frederic Mayol, un joven psiquiatra crecido entre Viena y Barcelona que se autoexilia en Sant Pol de Mar tras ser herido en las trincheras. El sanatorio mental donde va a trabajar, que anteriormente había alojado el internado, guarda el recuerdo de los hechos perturbadores que ocurrieron a quienes vivían allí.

Clásicos victorianos

Esos elementos, admite el autor, beben directamente de clásicos victorianos, como Otra vuelta de tuerca, de Henry James, o la Jane Eyre, de Charlotte Brontë, que el mismo Hill tradujo del inglés. Como en la novela de James —“salvando todas las distancias”, remarca—, la ambigüedad es un factor central, y lo imaginado y lo sobrenatural se confunden en el estado mental turbio de los personajes. “Los conflictos de la directora son muy de la época, pero también podrían pasar ahora; es una señora con una represión brutal”, revela. La novela está ambientada en un momento de amplia aceptación de las teorías freudianas sobre la represión sexual. Hay incluso algún cameo de Anna Freud, la hija del padre del psicoanálisis.

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