Arte para gente que no tiene ni idea de arte
En la muestra ‘La réplica infiel’, en Móstoles, solo rige una norma: no hay normas establecidas
Despojar al arte de su academicismo y darle alas. Aplicar el todo vale, no poner trabas a la expresión. Y darle aire al espectador, que pueda entender cada obra a su manera, sin tener necesariamente conocimientos teóricos previos. Que cualquiera pueda disfrutar del arte y que cualquier artista pueda a su vez expresarse sin tapujos. Por ahí van los tiros de la exposición La réplica infiel, en el Centro de Arte Contemporáneo de la Comunidad de Madrid (CA2M; hasta el 25 de septiembre).
“Lo de infiel no tiene nada que ver con la moralidad”, cuenta Nuria Enguita, comisaria de la muestra junto a Nacho París. “Nos planteamos el arte como copia o reproducción de la realidad, no una reproducción fiel que no deja lugar a la interpretación del espectador. Más bien como una réplica, una contestación a algo real pero sin pretender reproducirlo”, añade.
En general, el artista tiene que luchar contra el poco espacio que le deja el propio lenguaje del arte, que muchas veces limita. “Queremos romper con eso y plantear otro modo de hacer las cosas, pero también otro modo de ver. Esto significa que el espectador no tiene que tener una cultura previa ni una filosofía, ni siquiera una explicación sobre lo que va a ver”, añade el comisario. La exposición parte de la base de que existe una especie de secuestro del arte por parte de la teoría, que además lo encorseta y aleja del público. “El público está muy distanciado de la creación contemporánea”, explica Enguita. “Con esto intentamos recuperar la esencia del espectador, en el sentido de que mira y entiende lo que quiere entender a partir del estímulo que le genera la obra, sin ataduras previas”.
Deconstrucción de la imagen
Los temas que trata el recorrido son muy diversos: deconstrucción de la imagen desde un enfoque abstracto y poético; reivindicaciones políticas; performances… “En definitiva, formas de arte que no estén institucionalizadas como lo están un cuadro o una escultura”, dice la comisaria. El collage, las series, la relación entre dibujo y palabra… “Partimos de la imposibilidad de la imagen y de las palabras para contarlo todo”, añade.
Debido a esa limitación, investigaron la posibilidad de reunir diversos soportes en una misma obra para explorar vías que puedan expresar más cosas. Pasear por la muestra del CA2M es sumergirse en un mundo impredecible donde el lenguaje del arte toma rumbos inesperados. Como la grabación de la cantante de ópera ecuatoriana Saskia Calderón, en la que interpreta una pieza en un lenguaje inventado de una etnia imaginaria. Calderón, a partir de la fórmula del petróleo, crea unas partituras, unas letras y unos jeroglíficos que transforma en música con la finalidad de denunciar el exterminio de pueblos, lenguas y cosmovisiones causados por la industria petrolera en la Amazonia de Ecuador.
Por su parte, el artista Isaías Griñolo trabaja desde la simbiosis entre las palabras, la performance, el discurso crítico y la producción audiovisual. Usa documentos de todo tipo —contratos, octavillas, grabaciones o fotografías de móviles—, que se unen a la poesía y el cante. Mientras que la brasileña Virginia de Medeiros se apoya en el documental para elaborar un discurso artístico que pone en relación la experiencia individual y el contexto cultural. La película Sergio e Simone son tres proyecciones de vídeo simultáneas que documentan el trayecto vital de conversión entre los dos personajes. Un viaje de ida y vuelta entre identidades, que muestra la complejidad de un proceso de transformación constante del cuerpo, en conflicto con un contexto social que impone imágenes y estereotipos.
Son solo tres ejemplos de arte desprejuiciado y alejado de institucionalismos. “Reivindicamos que el arte pueda tener sentido por sí mismo, sin teorías previas”, concluye Enguita.
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