The Soft Moon, la salvación y el ruido
El grupo de California actúa en Madrid. Para Luis Vasquez, su líder, la música no es una profesión: es su seguro de vida
No han pasado ni 10 segundos de entrevista, y Luis Vasquez ya ha abierto su alma de par en par: “Mi música es oscura porque tengo un lado oscuro. Siempre tengo la sensación de no encajar demasiado”. Al contrario de lo que pueda parecer, el líder de la banda The Soft Moon, que actúa el 10 de marzo en la sala Caracol, no está impostando una pose y dista mucho de esa corriente emo que se abraza la tristeza y la oscuridad como algo romántico.
Este californiano de 36 años es un tipo normal, afable y cercano que, sencillamente, no tiene reparos en abrirse en canal emocionalmente delante de un desconocido. “Supongo que me gusta estar activo, si me estanco mucho tiempo empiezo a tener una sensación terrible, como si me estuviera muriendo poco a poco. Necesito movimiento para vivir. Sobre el escenario encuentro uno de mis reductos de felicidad. Por eso estar de gira es tan importante para mí: hace que me sienta vivo”.
Su música mezcla punk, noise, shoegaze y electrónica, aunque a él le gusta un concepto: retrofuturista. “Me hace gracia cuando alguien define lo que hago, porque no tengo muy claro mi estilo. Lo que sí es seguro es que tomo elementos de los discos que escuchaba de adolescente, en los ochenta, en una época difícil de mi vida, y los proyecto al futuro”. ¿Y cómo ve ese futuro? “Veo el apocalipsis. No lo puedo evitar. De niño vivía todo el día preocupado, temiendo que se acabara el mundo. Y es una sensación que arrastro”.
Al principio, The Soft Moon era su proyecto individual, pero enseguida formó una banda, la misma con la que ha grabado su tercer álbum, Deeper. “Es curioso, porque este es el disco que más focalizo en mí, en todo lo que me pasa por dentro. El título [“Más profundo”, en inglés] no es casual. Lo chocante es que, al mismo tiempo, comparto las canciones con otros músicos. Suena contradictorio, pero supongo que el motivo es que son tantas las emociones que expreso que era imposible interpretarlas con solo dos manos. Este es un disco lleno de matices y quiero trasladarlos al directo. Reconozco que tocarlas con la banda es una experiencia catártica”.
“La grabación de este disco era más bien una necesidad personal, una terapia. En realidad, siempre lo ha sido: toco desde los 12 años, y empecé a hacerlo solo por evadirme de una niñez que no me hacía feliz. Para concebir Deeper me fui a Venecia, donde nació mi manager, para estar solo, lejos de mi gente. Quería un entorno que no tuviera nada que ver con California. Necesitaba descubrir cosas de mí mismo, sin más ruido a mi alrededor que mi propia música”. ¿Y qué se encontró? “Que estoy jodido. Y que componer y tocar es mi manera de sobrellevarlo”. ¿Se imagina un mundo sin música? “No sé qué sería de mí. Probablemente no seguiría vivo (ríe). Bueno, sin ponernos extremos: supongo que habría buscado otra actividad que me diera paz, por instinto de supervivencia. Habría buscado otros caminos. En cualquier caso, yo antes era diseñador gráfico. Me gusta el arte en sus distintas manifestaciones. No me gusta decir que The Soft Moon es una banda de música, sino un proyecto artístico. Por eso siempre cuidamos mucho el aspecto visual en los directos, con proyecciones y una iluminación muy pensada”
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