Talento para tomar un nuevo rumbo
La generación Cinexín lleva 20 años revolucionando el sector
“Nosotros teníamos claro que queríamos hacer cine y queríamos hacerlo aquí, en nuestra tierra. Y luchamos por hacerlo”. Estas palabras del productor Gervasio Iglesias encierran el espíritu con el que, a mediados de los 90, se gestó en la capital hispalense la generación Cinexín. Un grupo de jóvenes realizadores y técnicos, la mayoría andaluces, decidió dar rienda suelta a su creatividad y comenzar a rodar por su cuenta. Desde entonces, el cine andaluz no ha sido el mismo. “Fue el primer grupo compacto de profesionales que se creó en la comunidad. Su trabajo va a marcar un antes y un después en la historia de la producción audiovisual andaluza”, explica Mario de la Torre, autor del libro Generación Cinexín. El cine sevillano contado por sus realizadores.
Gervasio Iglesias, Alberto Rodríguez, Santi Amodeo, Paco Baños, Ana Rosa Diego, Jesús Ponce o Álex Catalán son solo siete de los nombres que dan vida a esta generación, a la que se sumarán actores como Álex O'Dogherty, Paco León o Paz Vega. “Fue una época de experimentar, de probar cosas... Colgábamos la cámara al techo y con dos escobas le dábamos vueltas. O hacíamos travellings sobre paños, monopatines, cubos de basura, en moto, en bicicleta, en todo lo que se nos pudiera ocurrir”, recuerda como anécdotas Rodríguez en el citado libro. “Ese espíritu colectivo se mantiene. Este mundo es muy difícil y si estás solo te puedes desmoronar más fácilmente”, asegura Amodeo.
Y lo que comenzó siendo casi un experimento se transformó en una verdadera revolución. “Estos realizadores van un paso más allá de lo que se venía haciendo en toda la comunidad. Es bastante fácil percibir los rasgos estéticos y políticos que separan a esta generación de las anteriores. Si lo andaluz había sido el rasgo esencial del discurso cinematográfico, con una vehemente reivindicación sobre los elementos constituyentes de esta identidad; los nuevos creadores rechazan aludir de manera directa a estos rasgos para apostar por historias de personajes y en clave universal, en sus películas lo andaluz queda como paisaje, con un trasfondo sin trascendencia aparente…”, apunta De la Torre. “Estos directores muestran una mayor preocupación por los problemas de la juventud de mediados de los 90”, añade.
A lo largo de estos 20 años, esta generación ha demostrado una gran productividad, acompañada por el éxito no solo de crítica sino también de taquilla. “Rodríguez es un claro ejemplo de los logros que está consiguiendo el cine andaluz. No solo por los 10 Goyas de La isla mínima, sino también por películas como Grupo 7, que es el mejor símbolo de lo que supondrá el desarrollo de esta aún débil industria”, señala De la Torre. “Necesitan buscar historias universales para poder financiar los proyectos con mayor facilidad. Esto les permitirá también llegar a más países pero corren el riesgo de que ese carácter andaluz se quede diluido”, agrega el autor como reto para una generación que ha sabido crecer por sí sola.
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