“Lucifer salió a patadas del cielo por revolucionario”
El mimo Suso Silva encarna al diablo en ‘El Cabaret Maldito’
Tras hacernos entrar en la casa de Nosferatu en El Circo de los Horrores y descubrirnos después que solamente se trataba de un psicótico enfermo fruto de la invención humana en Manicomio, en El Cabaret Maldito es el mismísimo Lucifer quien abre las puertas de su palacio y catedral para todos aquellos incautos que decidan adentrarse y pasar al lado oscuro. Jesús César Silva González, más conocido como Suso Silva, es el arquitecto y diseñador de todos estos espectáculos tenebrosos en lo que se fusionan teatro, circo y cabaret.
Aunque pueda parecerlo, Suso Silva —que viene del mundo de la pantomima— no se define como un friki del cine de terror. Pero a fin de construir su Nosferatu se inspiró en los largometrajes de los años veinte, en blanco y negro y mudos. “Eran películas artesanales hechas con mucho mimo y con mucha poética del terror. En cambio, el cine de hoy en día me parece bastante cutre, feo y con mucho kétchup”, advierte Silva. La historia de El Circo de los Horrores evoluciona: al principio, Nosferatu nace como vampiro, y en Manicomio se descubre que todo es un engaño y que no existen los vampiros, son solo ideaciones de perturbados mentales. Nosferatu es el rey de los locos. Ahora, en el cierre de la trilogía de los Horrores, penetramos en el verdadero infierno y morada de Lucifer, alter ego de Suso Silva.
Con más de cuarenta personas sobre el escenario (travestidos, cantantes, enanos, payasos, cantantes, entre otros personajes) y una inversión de un millón y medio de euros, El Cabaret Maldito es la última y más grande apuesta de la compañía que arrancó con El Circo de los Horrores. “Es el show en el que hemos puesto más pasión y fuerza, precisamente porque tenemos tantos seguidores que no podemos defraudar. La gente no está dispuesta a que le engañen y menos con algo en lo que está involucrado el circo, tantas veces cutre, casposo, feo, sucio y dejado. Creo que en este país nunca se ha visto una puesta en escena de un millón de euros en un espectáculo vinculado con el circo”, justifica Silva. El público se muestra fiel a su estética tenebrosa y ya se ha colgado el cartel de “entradas agotadas” en algunos de las funciones, que se realizarán en Barcelona hasta el 13 de marzo en el Port Vell.
El director explica que el target de público es muy amplio. “Pero no espectadores por debajo de 18 años, porque es un show muy irreverente y muy soez. Creemos que todavía no están muy conformados los jovencitos como para acabar de entenderlo bien. Además hay unos cuantos desnudos. Pero está todo muy cuidado, de hecho no hago demasiado hincapié en el mostrar, prefiero el sugerir”, señala Silva.
“Más que real, todo esto tiene mucho de mágico. Supongo que el público no viene buscando tanto el terror como la adrenalina, evadirse de sus vidas y que les enseñe un trocito de mundo mágico, aunque sea a través del terror. Hay algo que nos produce a la vez desasosiego y mucha curiosidad: el miedo a lo desconocido, nuestro miedo primordial, sumado al miedo a no controlar. Es el qué carajo se esconde detrás de la densa niebla. Eso hace que fluyan la adrenalina y el sudor”. Silva habla con una mezcla de euforia y pasión. “Nunca he considerado a Lucifer un monstruo, sino un demonio que han echado a patadas del cielo por revolucionario, porque no encajaba en ese sistema cuadriculado de bondades. Es un puñetero revolucionario que lo que hace es desestabilizar el cielo y eso no le va muy bien a Dios, que se lo saca de encima.
Circo y terror
El Cabaret Maldito es una fusión también de terror y humor, además de circo y cabaret. “El gran secreto es tenerte acongojado en el asiento, que fluya la risa tonta y nerviosa. Te voy a increpar, a meterme contigo, a interactuar. Quiero que la gente se desinhiba y que aprenda a jugar con los otros. No te saltarán lágrimas de terror, pero sí de risa. Nadie está muy a salvo, pero no va sobre el terror. Va sobre la oferta de pasarte al lado oscuro y de vender el alma a Lucifer”, insiste.
Silva, y su equipo de artistas ofrecen un infierno que es un buen lugar para vivir: sin reglas, sin normas, sin tabúes, “sin políticos”, añade. En cuanto al futuro, confiesa que la trilogía no es tal y que habrá una cuarta parte. “Sobre todo porque no hay manera de apagar esto, está muy encendido y aunque quisiera pararlo no podría”.
Tras 10 años de los Horrores, Silva sigue igual de apasionado por el mundo tétrico que ha creado. “En realidad la gente que está en el show ha vendido su alma a la cultura. Esto no es un trabajo, es una forma de vivir”, advierte Silva con sus grandes ojos azules antes de transformarse, después de casi dos horas de maquillaje a cuatro manos, en el Maligno.
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