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ROCK Foals
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un sabroso mejunje

Philippakis vampiriza sin remilgos influencias de aquí y allá, pero el resultado en el Barclaycard fue bien contagioso

Yannis Philippakis ayer en el Barclaycard Center.
Yannis Philippakis ayer en el Barclaycard Center.Juan Aguado (Redferns)

Algunos ya barruntan que Foals será la segunda banda del siglo XXI, tras Muse, en reventar estadios. A juzgar por el número e intensidad de brazos disparándose al cielo este sábado en el Barclaycard Center, no lo descartemos en absoluto. La banda de Yannis Philippakis incurre en un cierto mejunje estilístico, sí, pero ni la vida ni la melomanía son prácticas a piñón fijo. Quizá los de Oxford solo sean enteramente originales por contar con un jefe de filas griego, pero resultan adictivos. Incluso en contra de tu voluntad, los botes del vecindario durante My Number acabarán propiciando los tuyos...

El batiburrillo de géneros era una característica compartida con los teloneros Everything Everything, el espléndido quinteto de Manchester que animó el cotarro con sus falsetes y sus no menos chillonas cazadoras rojas, rosas y naranjas. Pero el aforo de 5.000 espectadores (por la calle vagaban aficionados suspirando por una entrada en la reventa) no se completó hasta el arranque con Snake Oil, pieza tan oscura y pesada como su iluminación tenebrista. Una visita al post-punk que no pasa del fogonazo: la segunda entrega, Mountain at My Gates, recuerda tanto a los U2 de Mysterious Ways que solo faltó un cameo de Bono.

Foals aún no anda sobrado de repertorio y en la segunda mitad surge algún título más bien anodino, como ese A Knife in the Ocean que parece un descarte de Simple Minds. Pero en la trituradora de Philippakis caben casi todos los efectismos, incluso los que algunos encontrarán blasfemos: lo crean o no, Providence equivale a pasar por la pista de baile a los Fleetwood Mac de Peter Green. Quedan las bazas de Spanish Sahara, espléndida en su evolución de planeante a hipnótica, e Inhaler, cuyo rockerío bailongo tiene bastante de… Muse. Y vuelta a la casilla de salida en la cocina-fusión del barbado chef griego.

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