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FUSIÓN Jenny & The Mexicats
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Frontera o mejunje

El espíritu mestizo del cuarteto llena la Joy Eslava, pero el balance es más deslavazado que multicultural

Mucho se viene hablando sobre la capacidad de aglutinación estilística por parte de Jenny & The Mexicats, banda que encabeza una altísima cantante británica (incluso sin zapatos) pero se cimenta a partir de dos hábiles músicos mexicanos y un percusionista alcorconero. Por Malasaña ya hacían ruido ocho años atrás, entonces como Pachucos y La Princesa, pero a los huesos de la criatura todavía les queda margen de crecimiento: el llenazo del sábado en Joy Eslava, convertidos en la primera gran atracción sonora del año nuevo, les abre un gozoso margen para soñar.

Ni la buena acogida del público ni el centenar de conciertos que acreditan por temporada permiten disipar, sin embargo, algunas dudas que genera el cuarteto, apuntalado sobre las tablas hasta la media docena de efectivos. La rubia Jenny Bell y sus muy rítmicos aliados tendrán pulso, salero, empatía y espíritu hedonista, pero el resultado de sus desvelos se parece mucho más a un mejunje indefinido, revoltijo de un cocinero sin inspiración, que a una propuesta ecléctica y fronteriza. Serán desprejuiciados, sí, pero también inconsistentes, sin una base a partir de la que construir algún discurso.

El sosiego folkie de Starting something, el tema inaugural, recordaba a una Tracy Chapman desvaída, paralelismo que se agudiza cuando Bell afronta en solitario Back to basics. Heaven or head parece una baladita inane para convites nupciales, mientras el revoltijo de Llueve, flamenco rumbero con transición a ranchera, acaba resultando más irritante que simpático. El cuarteto picotea en todo lo que pilla, del reggae al rockabilly, pero solo en la cumbia, como en la irreprochable Boulevard, se antoja sólido. Labios o la simpática Verde más allá (¿lo de “No le gusta trabajar” es un guiño a Pink Martini?) dejan un regusto mucho más alentador, pero la sensación global es la de una banda que aún no ha afinado el tiro.

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