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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los ejes de los votos

En último término, todas las opciones entre las que se dirime la política tienen que ver de un modo u otro con la justicia social

Es costumbre reciente, al analizar el sentido de los votos, distinguir entre el llamado “eje social”, y el denominado “eje nacional”. En el primero, se etiquetan los votantes como de derechas, de izquierdas, o de centro. Las etiquetas del otro eje son menos claras: nacionalistas, soberanistas, federalistas, unionistas…Creo que se puede hablar de más de dos ejes y pienso que de todos ellos, hay uno, el que tiene que ver con la justicia social, que es más importante que todos los demás. Me explico.

1. Eje económico-social. Es el más comprensible porque es el que ha existido siempre. Se puede situar en un extremo la libertad y en el otro la igualdad; se puede anteponer el interés individual o el bienestar general; se puede buscar una sociedad más polarizada o más cohesionada; se puede priorizar el esfuerzo individual o luchar contra las desigualdades sociales. Durante muchas épocas históricas, y especialmente durante los dos últimos siglos, sobre este eje se han desarrollado, y espero que se sigan desarrollando, los enfrentamientos políticos en los países democráticos. Libertad, progreso, desigualdad, equidad y solidaridad son sus conceptos clave.

2. Eje nacional. En algunas épocas y en algunos países, el panorama se vuelve más complejo al aparecer potentes impulsos para cambiar las relaciones entre territorios. Estos impulsos pueden tender hacia la separación, como en el caso catalán o escocés, o hacia el acercamiento, como ocurre en el proceso de construcción de la Unión Europea. Surgen partidos nacionalistas y unionistas, y también partidos europeístas o antieuropeístas. Estos movimientos van siempre acompañados de elementos emocionales de tipo histórico, identitario, y cultural; pero lo que les puede dar fuerza mayoritaria es el convencimiento de que la nueva organización territorial puede aumentar la capacidad de mejorar la economía y de disminuir las injusticias sociales existentes.

Dicho más claro, creo que la importancia del eje nacional debe medirse en función de su capacidad para mejorar las dinámicas económicas y sociales del territorio. Vería muy difícil estructurar mayorías bajo el objetivo de “ser independiente, aunque suponga ser más pobre”; o del deseo de “Pertenecer a la UE, aunque suponga ser más pobre”. Creo que esto se está poniendo de manifiesto, y entendiendo, en nuestro entorno.

3. Eje verde. La aparición y crecimiento en Europa, durante las últimas décadas, de partidos verdes, ha sido importante. Aunque en una primera etapa, muchos creyeron que el ecologismo obedecía a unos impulsos idealistas o éticos, poco a poco se ha ido aceptando que la necesidad de actuar ante la degradación del planeta, el agotamiento de recursos, las consecuencias del cambio climático, o la sostenibilidad futura de nuestros sistemas económicos, es uno de los mayores retos de nuestra generación. No tomar ya las medidas necesarias, perjudicará a las futuras generaciones; pero es fácil entender que perjudicará sobre todo a las personas más pobres y a los países más pobres. La insostenibilidad es un peligro para todos, pero es también una exigencia para evitar incrementar aún más las desigualdades. Nuevamente, este eje nos refiere al eje social.

4. Forma de estado. Hubo un tiempo que existía un eje monarquía/ república. Creo que las monarquías son ya una institución en declive, pero puede haber pueblos que acepten un régimen monárquico, si éste es intachablemente democrático. No pienso que debamos perder mucho tiempo debatiendo este eje, pero deberíamos ayudar a transformar algunos reinos no europeos claramente despóticos.

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5. Novedad. La corrupción, las malas prácticas políticas, y sobre todo la percepción creciente que de ellas tienen los ciudadanos, han llevado a la formulación de un nuevo eje: la nueva y la vieja política. Creo que la política actual necesita una urgente reforma, y me alegra que aparezcan fuerzas nuevas con nuevos estilos, que intenten regenerarla. Sólo una advertencia: nada, sólo por ser nuevo es bueno, ni por ser viejo es malo; y tampoco, nada sólo por ser viejo es bueno, ni por ser nuevo es malo. Hay que juzgar lo viejo y lo nuevo con el mismo rigor y con los mismos parámetros, especialmente los que se derivan del eje social. El bienestar material e inmaterial de las personas es el fin de la política.

Joan Majó es ingeniero y exministro.

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