Votar o no votar en un feudo de la CUP
Celrà, gobernado por el partido antisistema, se debate entre acudir a las urnas o no participar en el 20-D
El día es gris y amenaza lluvia, juega el Barça y hay mercadillo en Celrà (Girona). Para mayor desmovilización en este pueblo de 5.080 habitantes, la CUP ha pedido a sus bases y votantes que no acudan a las urnas. Quizá por eso, en el municipio gobernado por Dani Cornellà, alcalde perteneciente al partido que tiene en vilo a Junts pel Sí en el Parlament, hay más ambiente en los bares donde echan la final del Mundial de Clubes que en el colegio electoral. “De momento está muy tranquilo. Nada comparable a las últimas elecciones autonómicas”, analiza uno de los interventores que pasan el día en el colegio electoral del pueblo. Aquella vez hubo un 84% de participación, hoy nadie espera que pase del 65%.
Celrà es uno de los grandes feudos de la CUP en Cataluña, quizá el principal laboratorio de sus políticas. En las pasadas elecciones logró la mayoría absoluta con un 51% de los votos y es fácil percibir su estilo. El gran resultado obtenido les ha permitido desarrollar las políticas de participación ciudadana tan características de la formación: presupuestos participativos, reuniones vecinales, decisiones asamblearias… “Hemos mejorado en servicios sociales, son gente humilde y trabajadora”, señala Joan en el mercadillo que se celebra a las afueras del pueblo. Ahí, charlando con los comerciantes, se encuentra Dani Cornellà (barba, forro polar y crío en brazos) con el teniente de alcalde de Celrà, Pitu Bartis. Ninguno de los dos piensa ir a votar. No le encuentran ningún sentido. Esta no es su batalla. “Nunca lo he hecho. Ningún partido me representado jamás. Pero habrá gente de la CUP que vote, por supuesto. Y yo creo que mayoritariamente lo harán por ERC”, señala el alcalde.
Pitu, el teniente de alcalde -también lleva a su hijo con él-, es todavía más contundente. “¿Si no te sientes español para qué vas a votar? A ERC y Convergencia solo les mueve el dinero, por eso se presentan. Para ellos estas elecciones son un negocio. Necesitan colocar gente y mantener una estructura de partido. Entran en contradicción con su propio discurso”, insiste. Junto a ellos se encuentra Aina, la esposa de Cornellà, que sí piensa participar en las elecciones. En su caso es por un motivo muy concreto: “Nunca lo había hecho en unos comicios de este tipo, pero me da mucho miedo el resultado que pueda sacar Ciudadanos. Por eso iré”. Voto preventivo. Lo que está claro es que en este pueblo, los votantes de la CUP que decidan acudir a las urnas los harán por ERC.
El colegio electoral se encuentra en el centro de mayores del pueblo. A las 12.30 hay unas 10 personas en su interior. Sara Iglesias, abogada de 24 años, es votante de la CUP pero ha decidido acudir a las urnas. “Es un derecho fundamental que tenemos. Y aunque se haya dicho que no votemos, es importante hacer las cosas dentro de ley y bien. A veces los planteamientos de la CUP son un poco utópicos. Esto no se puede hacer de un día para otro”, señala. Junto a ella hay otros votantes, la mayoría, señalan, se han decantado por ERC y Democracia i Llibertat. “Este es un pueblo muy inclinado al soberanismo, va a ser complicado ver a alguien votando al PP. Ni siquiera es tan probable que se vote a Podemos…”, señala una mujer de 64 años con la barra de pan bajo del brazo que prefiere no dar su nombre.
A unos metros de ahí, en el Ayuntamiento, y pese a que la Junta Electoral ordenó retirarla, sigue ondeando la estelada. Celrà es uno de los cinco ayuntamientos denunciados por la Fiscalía de la Audiencia Nacional por dar apoyo a la resolución independentista del Parlament. Quizá también uno de los menos preocupados por los resultados que le Ministerio del Interior haga públicos esta noche. Para muchos aquí ya ha empezado la desconexión.
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