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cafe de madrid
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Siempre Di Nunca

Alejandro Magallanes es un artista. Todo lo que toca lo vuelve objeto de museo y misterio

Alejandro Magallanes es un artista. Todo lo que toca lo vuelve objeto de museo y misterio, todo lo que dibuja merece enmarcarse y toda la realidad que lo rodea revela estéticas que parecían invisibles: un chile partido a la mitad escondía mirada y sonrisas con sus semillas, el extintor que se esconde en la esquina de la pared es en realidad una serpiente gorda y un gancho de ropa retuerce el rostro de un maniquí que cuelga desnudo. Magallanes ha elevado el diseño gráfico —y en particular, el diseño editorial— a la categoría de las bellas artes: sus carteles, portadas de libros, animaciones en video y objetos reciclados alivian el tedio de la insoportable soberbia y avaricia de quienes han perdido el sentido del humor ante el arte objeto, los objetos del arte y el arte escondido en cada objeto. Por si fuera poco, Magallanes es además poeta de versos emparentados con las Gregueríasde Ramón Gómez de la Serna y esa magia verbal que a veces aparece de sobremesa donde un trabalenguas parece dibujarse en los labios de quien lo enreda o en esos dichos que damos por hecho quedarían mejor dibujados en tinta.

El Instituto Cultural de México en la Carrera de San Jerónimo albergará hasta el próximo 11 de febrero la exposición Siempre di Nunca donde Magallanes invita a todo transeúnte a dibujar de entrada en pizarras verdes todo lo que le venga en gana, para luego pasar a una galería de máscaras policromadas que parecen eco de las voces que escuchamos en el Metro, en las madrugadas de insomnio o en las tertulias surrealistas de todos los días. En vitrinas se exhiben los cuadernos de este genio capaz de deshilar la palabra tartamudo como pirámide vocálica y en una página doble cuajar la acuarela del hombre invisible; esparcidos por el suelo ruedan las esferas de color rosa que son como diminutas albóndigas humanoides y en diversas pantallas, el festival continuo de todo lo que imagina un artista de veras con la punta de su lápiz: el mono que avanza colgado del vacío, la melena como pétalos perfectos de un león en flor, la masa somnolienta del rinoceronte, el mapamundi en el vientre de una mujer embarazada y el conejo que no para de dar brincos con las orejas al aire.

De niño, Magallanes leyó en una historieta española el siniestro castigo que imponía a los niños traviesos una gobernanta en un lúgubre orfanatorio. La vieja bruja decía en dibujos que en el Infierno los niños malcriados o desobedientes quedaban condenados a regir la eternidad con dos relojes: uno clamaba con sus horas que Siempre estarán entre llamas y el otro, que Nunca saldremos del Averno, pero Magallanes aprendió que si repites la palabra siempre, nunca significa nada.

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