Contemporáneos en el Palacio Real

Visitar el Palacio Real de Madrid permite contemplar una exposición que contiene algunas de las mejores obras del Arte contemporáneo español, pintura y escultura. Patrimonio Nacional las atesora desde 1984. Fue entonces cuando el pintor Rafael Canogar (Toledo, 1935) se incorporó al consejo de administración del organismo que gestiona los bienes estatales adscritos a la Corona. Su presencia marcó el comienzo de estas adquisiciones por parte del Estado, asesoradas por Julio Feo y Enrique Moral Sandoval.

Tal ajuar quedó integrado en las Colecciones Reales, el más rico legado artístico español. La nueva colección fue creada entre 1987 y reimpulsada en 2001. Su resultado fue más de un centenar de pinturas y esculturas contemporáneas, 44 de las cuales cabe contemplar ahora en 10 estancias de la Sala Génova del ala oriental del gran palacio neoclásico.

La primera sensación que el visitante recibe es la que genera el contraste entre la libérrima contemporaneidad de las obras expuestas y el escenario palaciego, dieciochesco, donde la muestra se expone. Este espacio ha exhibido arte medieval, barroco, neoclásico o romántico, pero nunca había sido escaparate de arte contemporáneo. Por ello, las embocaduras de chimenea, las arañas y plafones de los techos, las relucientes molduras neoclásicas, coexisten con la abstracción pura de un lienzo de José María Sicilia, con la cromática luminosa de Rafael Canogar o la expresividad atormentada de Juan Barjola. “Esta convivencia enriquecedora es uno de los efectos buscados por la exposición”, explica Cristina Mur de Viu, conservadora de Patrimonio Nacional y comisaria de la muestra. “El criterio adoptado ha sido el de mostrar las obras de arte que acompañan al Jefe del Estado en los ámbitos de los Reales Sitios donde se celebran actos institucionales”. Y añade: “Queremos señalar también que Patrimonio Nacional prosigue la labor de mecenazgo del arte acometida por la Corona”.

La exposición se despliega en 10 salas. Las ocho primeras, de impronta abstracta, exhiben obras de autores en activo durante la primera mitad del siglo XX, como los miembros del grupo El Paso —Luis Feito o Antonio Saura—, así como artistas coetáneos suyos como José María Broto, Hernández Mompó, Luis Gordillo o Guinovart. La sorpresa surge cuando el visitante se encuentra frente a un cuadro de Miquel Barceló (Felanitx, 1957), Estación de lluvia, que esmalta el muro tapizado de negro de una sala. Expuesto tradicionalmente en la planta baja del palacio de El Pardo, hoy residencia oficial de los Jefes de Estado que visitan España, revela el efecto conseguido por el pintor mallorquín al describir con excepcional talento la lábil y fluida frontera entre forma y destello de una ráfaga lluviosa.

En la sala octava, donde reaparece la figuración de Juan Genovés, se muestra El baile del 14 de julio, fruto de la estadía parisiense de Eduardo Arroyo, que encauza hacia sí la mirada del visitante a través de la enfilada secuencia de estancias palaciegas que acoge la exposición. Realismo expresivo, intimismo, también la emoción volumétrica de la escultura de Eusebio Sempere o de Pablo Palazuelo, en su Toltec VII, desfilan ante el público, que percibe la impactante presencia de otra obra singular: el cartón para tapiz pintado por Guillermo Pérez Villalta para conmemorar el 25º aniversario de la Constitución de 1978. Se trata de una “Alegoría de la paz” cargada de simbolismo, donde fantasía y clasicismo conviven en ensoñante armonía. Culminan la muestra los artistas más jóvenes, José Manuel Ciria, Juan Uslé y Darío Urzay. Completa la exposición un ciclo de diálogos vespertinos, abierto al público, celebrados los martes sobre autores contemporáneos como Soledad Sevilla, José Luis Fajardo, Carlos Franco, Alberto Reguera y Antonio López, con críticos de arte como Juan Manuel Bonet, José Manuel Caballero Bonald, Juan Cruz y Francisco Calvo Serraller.

Palacio Real. Hasta el 28 de febrero. De 10.00 a 17.00. 11 euro. Por actos oficiales orevistos para esta semana, consultar en el 914528700.