Algo por levantar
Se vivía este lunes en el Parlament un ambiente de mercado medieval con productos de la tierra y género alternativo
Junqueras fue el primero en llegar y el primero en sentarse, de modo que cuando los otros 134 diputados iban entrando en el hemiciclo, él ya se encontraba ahí igual que la geografía está antes que la historia. Se vivía este lunes en el Parlament un ambiente de mercado medieval con productos de la tierra y género alternativo. Mossos d'Esquadra engalanados formando ante la fachada. Dentro, lío de cables, mesas de radio, focos, cámaras de tele, periodistas persiguiendo a los políticos micro en mano. Y políticos, claro, sobre todo políticos conscientes de que ellos eran los protagonistas, sino del devenir histórico, por lo menos de la mañana. Abordados bajo los arcos, acorralados contra las columnas..., a Romeva, a Arrimadas, a Iceta, a todos los políticos se les preguntaba por todo, excepto si sabían lo que pasará a partir de ahora, porque eso todavía no lo tiene claro nadie en ninguna parte. Eran sobre todo políticos, pues políticas en esta XI legislatura hay muchas menos. 83 ellos y 52 ellas. El promedio del nuevo parlamentario da un varón de 45 años, independentista y licenciado en derecho, si se considera que el 25% de la cámara lo está. Vamos, tirando más para pijo que para currante. Únicamente consta un diputado como trabajador manual: el ebanista Eduardo Reyes, de Junts Pel Sí. Esta mañana ha venido con traje gris y chaleco de boda por la iglesia.
El hemiciclo se dividía en tres partes: los que aplaudían, los que no aplaudían y los que miraban. Pero estos últimos se encontraban en la tribuna de invitados y a veces tomaban partido por alguno de los otros bandos. El president Montilla era uno de los que miraban. Saludaba con la cabeza igual que esos ancianos que hay sentados a la entrada de los pueblos. Entre los parlamentarios, el president Artur Mas también miraba, pero con otra intención. Mas miró en dos ocasiones, que fueron dos de las tres veces en que se levantó para votar. La primera, lanzó la vista hacia la parte alta del hemiciclo y más allá, y asintió a la nada con el gesto endurecido, acaso desencajado, como diciendo “ya os acordaréis de ésta”, o más bien “de ésta no me olvido”. La segunda vez, cuando volvía de entregarle la papeleta a Julià de Jòdar se giró un instante hacia la mesa del Parlament como si no se fiara de lo que pasara con las urnas a sus espaldas.
Los diputados que aplaudían lo hacían siempre en pie, y los que no aplaudían solían quedarse sentados. Término medio fue el de los parlamentarios de Catalunya Sí Que Es Pot, que por lo general aplaudían sin levantarse. Eso sí, al final de la sesión hubo unanimidad de postura, pues todos los presentes se levantaron para cantar Els Segadors. Pero entonces los diputados de la CUP levantaron también el puño, así que de nuevo quedó algo por levantar.
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