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Temporada Alta arranca haciendo de Girona un gran circo

El Festival de Otoño de Cataluña ofrecerá 110 espectáculos hasta diciembre

La escalinata de la catedral de Girona durante el espectáculo que inaugura Temporada Alta.
La escalinata de la catedral de Girona durante el espectáculo que inaugura Temporada Alta. PERE DURAN

Nenúfares encendidos flotando en el río, velas, bengalas, antorchas y un despliegue de música e instalaciones permitieron descubrir ayer noche una Girona diferente. Un itinerario de fuego, luz, música y mucha imaginación consiguió forjar una nueva mirada del Barri Vell de la ciudad y convertirlo en una gran pista de circo, cubierta por el cielo. Con la magia de la Ceremonia del Fuego, la prestigiosa compañía francesa Carabosse fue la encargada de inaugurar la XXIV edición del festival Temporada Alta, que desde ayer y hasta el 8 de diciembre programará 110 espectáculos, de los cuales 66 propuestas creadas por artistas catalanes, 28 funciones de creación contemporánea y 40 producciones internacionales de 21 países diferentes. Una gran ceremonia gratuita y abierta a todos los públicos dio anoche, pues, el pistoletazo de salida al Festival de Otoño de Cataluña.

La artífice de esa propuesta, la compañía Carabosse, se dedica a las artes de calle y está integrada por un colectivo de artistas de diferentes ámbitos que hace más de 15 años iluminan con sus llamas, sin pólvora, las zonas públicas de ciudades de todos los continentes. En cada ciudad, explica uno de sus artistas, Yuka Jiménez, adaptan el espectáculo a sus espacios, convirtiéndose así en curiosos especialistas en cambiar la visión tradicional de los centros históricos. Sucedió, por ejemplo, en Marsella, en 2013 donde además llegaron a reunir a 250.000 personas. En Girona, tras una semana montando las instalaciones, recomendaron “dejarse llevar: así de sencillo”. Sólo así, en su opinión, se logra el objetivo de su iniciativa, que no es otro que hacer que los participantes “se sorprendan y redescubran los espacios más emblemáticos de la ciudad con la luz que arrojamos”.

El río Onyar y los principales puentes que lo atraviesan, la Plaça de Sant Fèlix, la del Cul de la Lleona, la Catedral o els Jardins del Alemanys son algunos puntos del itinerario del Barri Vell de Girona que ayer y de nuevo esta noche reemplazan la luz eléctrica por la del fuego, mucho más sugerente. El itinerario, sin principio ni fin, queda sumido en la penumbra poética de las velas y las antorchas que propone el universo de estos artistas franceses.

A modo de guías, una veintena de autómatas, les Bonhommes, sirven de hilo conductor de un paseo, de unas tres horas, poético, fantasioso y cálido. Las antiguas piedras del Barri Vell, sus calles, se transforman para sorprender al paseante con centenares de velas en llama plantadas en macetas, instalaciones de hierro con forma de flor y de pulpo gigante, varias esferas de tres metros de diámetro o de pequeñas dimensiones, faquires, funambulistas autómatas… Todos ellos forman parte de un espectáculo que, en palabras de Jiménez, “pone en valor el patrimonio histórico de la ciudad, invita a pasear en medio del fuego y a hacer trabajar la imaginación”.

Cada uno de los recodos de la Girona antigua se abarrotó ya ayer llenó entre las 20.30 y las 23.30 horas de caras de sorpresa, de admiración, de ojos centelleantes, de miradas de aprobación, de cariño… Miles de personas, familias enteras, grupos de amigos o parejas recorrieron el itinerario festivo de fuego y música que inauguró el Temporada Alta 2015.

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