Candidatos independientes
Por primera vez, tres de las principales candidaturas están encabezadas por independientes. Pero estos suelen ser mejores candidatos que diputados
Tras diez días de campaña electoral, las distintas candidaturas siguen tratando de explicar, con distintos grados de concreción, objetivos políticos y programas de gobierno para atraer el voto de los electores. También conocemos, desde finales de agosto, la composición de las listas y podemos constatar que se han multiplicado los denominados candidatos “independientes”. Muchos se preguntan si es posible formar parte de una candidatura electoral y, al mismo tiempo, ser independiente. Si equiparamos la condición de independiente a una actitud políticamente neutral y a una trayectoria personal despolitizada, la respuesta es negativa; pero es afirmativa si definimos candidato independiente como aquel que simplemente no está afiliado a un partido político, es decir, que no tiene una dependencia partidista formal a través de la condición de cotizante. Según esta última acepción, más usual, observamos que para el 27-S los partidos y las coaliciones electorales han favorecido la promoción de independientes.
¿Por qué proliferan los candidatos independientes y cuál es la finalidad de su presencia en estas elecciones? La desafección política, la desconfianza social hacia los políticos, la crisis de los partidos, el protagonismo de los movimientos sociales, la voluntad de regeneración política, las exigencias del nuevo marketing electoral, el anhelo de transversalidad y la lectura plebiscitaria de las elecciones del 27-S son algunas causas del aumento de independientes en estos comicios. En definitiva, se presentan listas más permeables y menos vinculadas a los partidos que las crean.
En cuanto a la finalidad de los independientes en las listas, más allá de contrarrestar o activar las causas mencionadas, cabe preguntarse ¿para qué sirven los candidatos y cuáles deberían ser sus características? En primer lugar, las listas de las candidaturas que prevén obtener representación parlamentaria están formadas por tres tipos de candidatos: los que están ubicados en lugares preferentes y susceptibles de convertirse en diputados, los que están de relleno y los que cierran la candidatura. Los independientes suelen estar en los primeros lugares, como reclamo electoral efectivo, o en los últimos, apoyando simbólicamente la candidatura, mientras que en los puestos de relleno hay militantes más o menos desconocidos.
En cualquier caso, todo candidato debe estar preparado para un trayecto bietápico: la campaña electoral, como candidato, y el ejercicio de la representación política, como diputado. Durante la campaña, que es una etapa de pocas semanas, se exige que tengan aptitudes para difundir los objetivos programáticos y conseguir el mayor apoyo electoral posible para la candidatura que representan. Como diputados, responsabilidad que ejercerán previsiblemente durante todo el mandato, se espera que tengan conocimientos y habilidades para desarrollar la actividad parlamentaria. Para ello, es deseable tener formación en distintas disciplinas (ciencia política, derecho público, economía…), experiencia en cargos de representación política (sobre todo, parlamentaria) y una vocación irrefutable de servicio público.
Los candidatos independientes son más útiles a corto plazo, para el mercado electoral, y su promoción responde básicamente a los hipotéticos efectos electorales de su popularidad. Los independientes suelen ser mejores candidatos que diputados y en las elecciones del 27-S, que algunas candidaturas consideran plebiscitarias, la finalidad transversal y electoral ha potenciado, sin duda, su presencia. Por primera vez, tres de las principales candidaturas han situado a un independiente como cabeza de lista de la circunscripción de Barcelona y también los hay en las de Girona, Lleida y Tarragona.
A pesar del significado del vocablo, ser independiente no significa ni ir por libre ni quedar al margen de las consignas del partido patrocinador. Al contrario, los independientes, que acostumbran a ser sujetos con poca pericia política, suelen cobijarse en el partido apadrinador, seguir a pies juntillas sus indicaciones e incluso muchos de ellos terminan afiliándose al mismo. Los partidos, cuando funcionan, son de gran ayuda para los candidatos independientes, porque si hay presiones externas, apremios mediáticos o posibles deslices, pueden poner a su alcance potentes estructuras protectoras; pero, por contra, en el caso de independientes descarriados que van disonando en la campaña electoral o en el ejercicio del cargo, la maquinaria del partido que en su momento se mostró generosa con ellos puede llegar a ser letal y finiquitarlos de un plumazo.
Veremos qué suerte les depara a esta nueva y numerosa hornada de candidatos independientes que, dicho sea de paso, deberán afrontar uno de los mandatos más trepidantes de los últimos tiempos.
Jordi Matas Dalmases es catedrático de Ciencia Política de la UB.
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