Cavalleria rusticana
Albiol, un efímero jugador de baloncesto de barrio, que llegó a alcalde de Badalona a base de hablar como Le Pen sin hablar francés
Los ricos se agrupan en círculos desde mucho antes que Podemos. Por ejemplo, en Barcelona el más notable círculo de millonetis es el Círculo Ecuestre (por mi barrio, círculo ecuestre era como se llamaba al túnel de debajo de la vía, pero aquella fue otra caballería). Para la alta sociedad del Círculo Ecuestre charló este jueves el todavía más alto García Albiol. El candidato del PP a la presidencia de la Generalitat. Un efímero jugador de baloncesto de barrio, que llegó a alcalde de Badalona a base de hablar como Le Pen sin hablar francés.
El caso es que apenas reunió a 70 comensales en este acto, y encima muchos eran compañeros de partido. 45 euros costaba el almuerzo para los socios, lo mismo que el de la invitada siguiente, que será la ciudadanista Inés Arrimadas. Pero tras esta vendrá el cántabro Miguel Ángel Revilla (actualmente el hombre más parecido al superintendente Vicente de la TIA), que valdrá 50. Fue a los postres (tiramisú de frutos rojos), cuando Albiol subió al atril, dijo bona tarde y bon profit (lo primero que siempre aprendemos a decir los charnegos) y a partir de ahí habló todo el rato en castellano a lo largo de 30 minutos clavados. Lo que le soltó a la asistencia resultó una auténtica arenga nacionalista (tendencia rojigualda) sin abordar ningún otro tema. España, España, España. El personal aplaudió contento y en las preguntas todos le reclamaron mano dura. Categóricamente fue como lo hizo Durán (no el exsocio de Convergència sino el expresidente de la ONCE). Además, le pidió a Albiol que cuando se repartan cargos se acuerde de él, y remató: “Ya sabes del palo que voy yo” (lo cierto es que es un hombre que no acostumbra a dar palos de ciego). Para preguntar por la liga de fútbol en un Estado independiente tomó la palabra Enrique Lacalle. Desde otra mesa alguien propuso a Albiol para presidente de los periquitos.
La sala verde, su moqueta verde, las columnas verdes como los prados donde pastan los caballos. Fueron distribuidos los comensales en diez mesas redondas entre las que discurrían los camareros y sus pajaritas, aun siendo este un país donde no se acostumbra a discurrir. Albiol disertó con esa voz que se le pone a veces de tener un caramelo en la boca y, cuando denunció los privilegios de los amigos de CiU, asintieron al unísono los integrantes de una mesa. El más gordo se señaló en el pecho expresando sufrimiento. Llevaba pantalones rosa sin calcetines, pero tenía corbata. Aquí los hombres siguen poniéndose corbata, pero algunos ya se quitan la chaqueta para comer. De hecho, éste es un lugar donde se ha cambiado mucho de chaqueta.
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