La Diada, de acto simbólico a epicentro político
Desde 2012, las manifestaciones del 11 de septiembre han marcado la actuación del Gobierno y los partidos
Las elecciones del 27-S no solo marcarán la política catalana, sino también el carácter que tendrá la Diada en un futuro. El 11 de septiembre, día de reivindicación en la transición, se convirtió con la llegada de Jordi Pujol al poder, en 1980, en un acto simbólico, alejado de la ciudadanía.
En 2003, Pasqual Maragall intentó cambiar el carácter, organizando un acto institucional abierto a la gente que cada año servía para conmemorar efemérides culturales o políticas. El acto se sigue haciendo —este año no se ha hecho ni el 11 de septiembre, para no coincidir con la campaña—, pero es una mera anécdota al lado de las manifestaciones que organiza la Asamblea Nacional Catalana.
Desde el 2012, la política catalana ha bailado al ritmo que marcaba la ANC en la Diada, con marchas que según los organizadores siempre han superado el millón de personas. La del primer año provocó un terremoto político: Artur Mas, presidente de la Generalitat, abandonó la petición de un pacto fiscal para Cataluña y convocó unas elecciones con la promesa de organizar un referéndum sobre la independencia. Mas creía que podía capitalizar el éxito de la marcha, pero CiU cayó 12 escaños y fue ERC la que logró un mayor ascenso.
El independentismo, que desde la sentencia del Estatuto había pasado del 20% al 34% de apoyos, ascendió diez puntos más, según el sondeo del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat: “Hubo un movimiento bidireccional. Triunfó porque habían aumentado los independentistas, pero también generó un efecto entusiasmo”, explica Lluís Orriols, profesor de ciencia política en la Universidad Carlos III.
Desde entonces, la ANC se ha superado cada año, marcando la agenda política. El independentismo se mantuvo en máximos históricos hasta la consulta del 9-N, cuando la división entre los partidos y la ascensión de nuevas formaciones de izquierdas lastró su apoyo.
Ahora, la ANC espera que la Diada de hoy vuelva a convertirse en una reivindicación histórica que empuje al secesionismo a la victoria en las urnas el 27-S. Orriols concluye que la marcha marcará los comicios: “Es un elemento de movilización, porque tiene un impacto emocional positivo. Para los intereses soberanistas es muy conveniente que la campaña empiece el 11 de septiembre”.
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