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ASTE NAGUSIA EN VISTA ALEGRE

Triunfo irreal de Roca Rey

El peruano no hizo méritos para salir en hombros en una floja novillada

Posadas con su segundo al que cortó una oreja
Posadas con su segundo al que cortó una orejaFERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Son tres de las más firmes promesas de la novillería. Posada, Varea y Roca Rey. Llegaron a Bilbao con la vitola de ser el relevo generacional de las figuras en un futuro breve. Y se fueron sin pena ni gloria, por mucho que las tres orejas que cortó el peruano hagan pensar otra cosa. Roca Rey tuvo el único novillo que se desplazó y lo aprovechó a medias. Faena con desarme, enganchones y de tono menor, pero no de la exigencia de Bilbao. Como había poca gente en los tendidos y la amenaza de una feria pobre está muy presente, el palco decidió ser generoso y abrir una puerta grande de auténtico sonrojo.

La ficha

Segunda de las Corridas Generales.

Cuatro novillos de El Parralejo, justos de presentación, salvo quinto y sexto, pobres de cara y con poca fuerza, y dos de Jandilla, de igual condición.

Posada de Maravillas: pinchazo y estocada tendida (saludos) y estocada (oreja).

Varea: metisaca, media y tres descabellos (silencio) y tres pinchazos y estocada (palmas).

Roca Rey: estocada baja (oreja) y estocada (dos orejas)

En el segundo novillo, Alfonso Carrasco saludó en banderillas.

Un cuarto de entrada

La novillada elegida con el hierro de El Parralejo parecía un aval para el triunfo, pero nada más lejos de la realidad. Hubo hasta cinco bajas en corrales de los novillos elegidos hace meses por los rectores de la plaza de Bilbao. Es lo que suele ocurrir en las tardes de las figuras, que vuelven loco a diestro y siniestro para acabar lidiando lo que ellos quieren. No sería este el caso pero al final los novillos titulares solo fueron cuatro y su presencia dejó mucho que desear con unas caras cómodas, alejadas de la seriedad que debe ostentar Bilbao. Si por lo menos la poca presencia esconde unos animales con brío el público acaba divertido, pero tampoco. Los seis fueron blandos y difuminaron su nobleza y su clase en una falta de fuerza que les llevó a pararse en la muleta. Los novilleros pusieron ganas, pero tampoco echaron la casa por la ventana.

Ese célebre dicho de si no embiste el toro lo hará el novillero quedó en el olvido. Posada de Maravillas puso sentido en su toreo. Trazo largo, distancias y una forma de lidiar con temple y armonía. Lástima que no hubo emoción porque los astados carecieron de empuje. Aún así se llevó una oreja del cuarto porque mató con brevedad después de haber dejado un buen sello. El levantino Varea vio pronto que nada había que rascar en sus faenas. Por si fuera poco, el viento decidió acompañarle y sus armas fueron arrimarse ante un novillo acobardado. Intercaló algún derechazo bueno con un para de naturales con sello.

Posada también

Su mal uso de los aceros silenció sus actuaciones. Roca Rey fue el que más empeño puso, pero nunca logró un trazo limpio. Ni en los acelerados quites ni en los tropezados muletazos. Todo excusable en un novillero pero lejos de una labor de dos orejas en una plaza seria. Ni siquiera sus fulminantes estocadas debieron servir para ese premio. No es que defraudaran los novilleros, pero si empujan como ayer poco hueco se harán en el escalafón superior. Hace falta poner más carne en el asador y sobre todo medirse en Bilbao con una novillada no cortada a la medida de las figuras, sino con el empuje de una cita grande. Poca hambre para retirar a las acomodadas figuras de la actualidad.

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