Un baile cubista
Una exposición de la Fundación Juan March se plantea si un ensayo sobre arte convertirse a su vez en una obra de arte
Cuentan en los mentideros de los cronistas de rock que Frank Zappa, después de una mala crítica, exclamó la célebre frase: “Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura”, en referencia hacia quienes escriben sobre arte, en lugar de ejercerlo. Un aforismo que se ha usado después para discutir sobre la función, y sobre todo el sentido, de párrafos como los que usted está leyendo en estos momentos.
Un debate interesante (la pintura, por ejemplo, necesita ser vista para existir y, en muchos casos, explicada por terceros para entenderse), que revive en la exposición de la Fundación Juan March. O mejor dicho, metadebate: ¿Puede un ensayo sobre arte convertirse a su vez en una obra de arte? Eso plantea Du Cubisme, el libro publicado por los pintores y teóricos del cubismo Albert Gleizes y Jean Metzinger en 1912 y reeditado en 1947, y que protagoniza esta instalación hasta el 29 de agosto. “Empezaron bajo el impresionismo y estuvieron muy influenciados por Cézanne. En 1910 experimentaron con la simplificación de las formas, lo que daría paso al cubismo, cuyas bases intentaron establecer en este ensayo. Picasso o George Braque participaron con sus grabados”.
Desde la Fundación añaden: “Explican las motivaciones de su ensayo en el intento de sintetizar el origen del movimiento artístico, convencidos de que la pintura es resultado de una actividad reflexiva. Y creían que debían ser los pintores, y no los teóricos, quienes tratasen de explicarlo”.
Tal vez el cáustico Tom Wolfe, autor de La palabra pintada, posiblemente el ensayo contemporáneo más descreído sobre arte (y en el cual, por cierto, tildaba al propio Picasso de excéntrico y frívolo), debería pasarse por la Juan March para desdecirse de una de sus más incisivas frases: “Francamente, hoy en día, sin una teoría que me acompañe, no puedo ver un cuadro”.
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