Metidos en imágenes irónicas
La Virreina acoge la primera retrospectiva europea del veterano y experimental artista visual Michael Snow
Se le conoce como una de las figuras míticas del cine experimental, sin embargo el canadiense Michael Snow (Toronto, 1928) ha llevado la práctica de la experimentación a muchos otros campos creativos, especialmente a todos aquellos relacionados con la imagen. Una prueba de ello puede apreciarse en Michael Snow. Secuencias, la exposición retrospectiva, abierta en la Virreina Centro de la Imagen de Barcelona hasta el 1 de noviembre, que recorre toda su trayectoria a través de películas y vídeos, pero también pinturas, fotografías, instalaciones y esculturas, que en su gran mayoría no se han visto antes en Europa.
“Muchas veces los artistas son víctimas de la estructura obsoleta de las instituciones. Por ello es la primera vez que se aborda la obra de Snow desde un punto de vista global y no a partir de la técnica utilizada, que en este caso es importante en la medida en que le permite realizar una idea”, explica Gloria Moure, comisaria de la muestra, que se completa con un ciclo de películas en la Filmoteca de la Generalitat. “Snow hace una distinción muy clara entre las obras que crea para un espacio expositivo y un público en movimiento y las que están pensadas para el cine y por tanto requieren una atención prolongada durante un tiempo determinado”, alerta Moure. La única excepción a esa realidad es Wavelenght, una de sus piezas cumbre, que se presenta en la Virreina pero con dos pases diarios en una sala cerrada.
A pesar de la notable diversidad entre las obras, hay hilos conductores que las enlazan todas, como el carácter conceptual y minimalista, la aproximación irónica y desencantada, la voluntad de empujar los límites de una disciplina y reflexionar sobre su propio lenguaje. Aunque no se trata de una interactividad al uso, el público es llamado a implicarse en el discurso y la acción, descubriendo cómo su presencia puede modificar la obra. Son los casos, por ejemplo, de Scope (donde utiliza el fenómeno reflexivo del periscopio), In the way (una especie de travelling al revés enfocando el suelo y que llega hasta a marear al espectador) o Power of two, un conjunto de cuatro transparencias fotográficas de grandes dimensiones realizado en 2003, que se pueden ver desde los dos lados e involucran el espectador en la narración sin que éste se de cuenta.
Gloria Moure, una comisaria audaz
La muestra de Michael Snow marca el regreso de Gloria Moure, historiadora del arte, crítica y comisaria, a la escena expositiva barcelonesa. Su última exposición en Barcelona, Behind the facts, revisión del arte desde 1968 a 1975 en la Fundación Miró, fue en 2005. Después decidió prodigarse más en el extranjero y en España, centrarse como editora asociada de Ediciones Polígrafa, donde dirige la Colección 20/21. Su papel fue clave cuando la expansión olímpica de la ciudad. Se fue a la periferia cuando no estaba de moda y abrió el Espai Poblenou, de referencia para la vanguardia. Ahí presentó por primera vez en España a Jannis Kounellis, Rodney Graham, Sigmar Polke, Richard Long, John Cage, Bruce Nauman y Mario Merz. También dirigió cuatro años el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela. Ahora trabaja en un proyecto con el artista belga afincado en México Francis Alys.
La importancia de la realidad y de mirar más allá de lo que vemos en primera instancia se pone de manifiesto en dos obras que se modifican en tiempo real. La primera es una película cubista para Barcelona, que se estrenó en 2009 en la primera muestra de Snow en España, organizada por la galería Àngels, responsable en gran medida de la difusión española del artista, donde actualmente y de manera simultánea a la oferta de la Virreina se exhibe su obra más reciente. Snow ha actualizado aquella The corner of Braque and Picasso Streets, en donde utiliza un conjunto de peanas para crear una pantalla irregular donde, como entonces, se proyecta en tiempo real lo que acontece delante de aquella pantalla, ahora situada en la Virreina, en la esquina entre la Rambla y calle pintor Fortuny. En cambio, en Waiting Room, anodina sala de espera donde hay que coger numero y salir cuando llegue tu turno, se oye el trasiego del mercadillo de payeses ubicado en la placita de detrás de la Virreina.
El jazz, primer amor de Snow, también músico y compositor, se refleja en una afición por las variaciones e improvisaciones y en una serie de obras protagonizadas por el sonido. En Piano sculpture, por ejemplo, Snow envuelve al espectador en cuatro proyecciones de sus manos tocando el piano, de modo que el público escucha una composición distinta solo dependiendo de su posición en el espacio de la sala. “Las instalaciones sonoras, quizás el aspecto más desconocido de su producción, salpican todo el recorrido, unificando el entorno y funcionando como un guión”, concluye Moure.
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