El esgrimista batido en duelo con Duran
El secretario de Universidades aspira a que los soberanistas se hagan en un congreso con la dirección de Unió
Nadie en Unió ha logrado plantarle cara a Josep Antoni Duran Lleida en las últimas tres décadas hasta que el sector soberanista del partido, con el secretario general de Universidades, Antoni Castellà (Barcelona, 1970), a la cabeza, lanzó un órdago a la dirección e hizo campaña por un no a la consulta interna. Ganó el sí pero fue una victoria tan pírrica que Duran ha quedado tocado y Unió ha visto roto su matrimonio de 37 años con Convergència. Los soberanistas quieren hacerse con el poder en el partido, aún sorprendidos por el devenir de los acontecimientos. “Defendimos el no por dignidad, pero pensábamos que era muy difícil convencer con un eslogan que decía que votar no era votar sí, explica Castellà.
“Hay que saber combinar la fuerza con el equilibrio, capacidad de control, saber ver llegar al adversario y esperar el momento oportuno”. El democristiano no habla de política, sino de esgrima, deporte que practicó de los 9 a los 22 años (fue subcampeón de Cataluña y de España) y que dejó para centrarse en ESADE, donde se licenció en Dirección y Administración de Empresas e hizo un máster. En su trayectoria política, ha hecho gala de sus dotes de esgrimista: en 1997 ingresó en la dirección de Unió como dirigente de las juventudes y dio una pequeña estocada a Duran, al plantear una candidatura alternativa a la dirección para pedir más apertura al partido. El último golpe de florete ya han dejado a Duran tocado.
“Estoy en Unió porque no conozco a una persona más soberanista que Carrasco i Formiguera, uno de los fundadores del partido”, decía Castellà en 2000, un año después de estrenar su cargo de diputado en el Parlament. Tras unos años en la empresa industrial Krupp, saltó a la política profesional primero de la mano del consejero Ignasi Farreras en cuyo gabinete estuvo un año (de 1998 a 1999). Luego ya ganó el escaño. Al dejar la rama juvenil del partido, ocupó varios cargos de confianza de Duran: fue secretario de Organización hasta 2010 y vicepresidente ejecutivo de Unió hasta 2012. Combinaba la política con la condición de profesor asociado de ESADE, pero tuvo que dejar las clases meses después de asumir la secretaria general de Universidades a la que accedió con el primer Gobierno de Mas. Es habitual verle ir a su trabajo en los Ferrocarriles de la Generalitat.
En 2012 el sector independentista del partido planteó un órdago a Duran para tumbarle de la dirección, con una candidatura encabezada por el entonces alcalde de Vic, Josep Maria Vila d'Abadal. Castellà no se sumó a su lista y, junto a otros dirigentes jóvenes y soberanistas (como Titón Laïlla, diputada en el Parlament, o Pep Martorell, director general de Investigación), apostó por quedarse con Duran e impulsar una enmienda para incluir la demanda de un “Estado propio” en los Estatutos. “Le pusimos una condición: que el día siguiente fuera evidente que en la dirección de Unió había independentistas. Pero no fue así”, lamenta.
Desde ese día, empezó a fraguarse una rebelión que ha fructificado ahora. Amante del Liceu y de las tradiciones —es miembro de los Castellers de Vilafranca aunque hace dos años que su trabajo le impide ir a la colla y más de una vez ha portado el dragón de Sant Quintí de Mediona, que pesa más de 100 kilos—, Castellà supo como buen esgrimista aguardar su momento.
Y la estocada ha sido de órdago. Pero aún le queda un reto: que el sector soberanista que encabeza —rechaza el calificativo de “crítico” porque su tesis la respalda la mitad de su grupo— se haga con el control del partido y vire la situación de Unió. El reto, en un partido controlado con mano férrea por Duran, es mayúsculo, pero él ya dio pistas cuando, en 2009, le preguntaron en el Parlament por una frase que le representara: “Nada es imposible”.
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