Todo queda registrado

En el Archivo Regional de Madrid hay líneas de estantería que, puestas una tras otra, alcanzarían los 85 kilómetros de longitud (aunque, por el momento, solo han sido ocupados 57). Allí se custodian 11 kilómetros de microfilmes, 4.500 DVD y un millón y medio de fotos. El archivo se halla en el complejo que antiguamente ocupaba la fábrica de cervezas El Águila y que ahora, remodelado por los arquitectos Tuñón y Mansilla en 2002, comparte su espacio con la Biblioteca Regional y Depósito Legal.

El depósito del archivo tiene especiales medidas de seguridad y ha de mantenerse a ciertas condiciones especiales de humedad y temperatura para la buena conservación de los documentos, pero hoy, con motivo del Día Internacional de los Archivos, podrá ser visitado por el común de los mortales (a las 11.00, 12.00 y 13.00 horas). Otros lugares abiertos al público serán los talleres de restauración o digitalización, y se celebran otras actividades, como una conferencia, cine y música.

“Los archivos son fundamentales para el funcionamiento de las Administraciones públicas y de una sociedad democrática en la que estas tienen que estar sometidas a escrutinio por parte de los ciudadanos”, dice Antonio González, subdirector del Archivo Regional. “Sin archivos no puede haber transparencia”. En el Archivo Regional recopilan toda la documentación que genera la Comunidad de Madrid. Los principales usuarios son ciudadanos de a pie que buscan documentos para sus actividades cotidianas. Los más fieles son investigadores que realizan una tesis o preparan una publicación. Dentro de unos límites definidos por la protección de la intimidad de las personas, cualquiera puede acudir a consultar el archivo.

Un consejo decide cuándo una serie de documentación se puede destruir y si hay que conservar algunos documentos por su valor histórico (el más antiguo data del s. XIV).

Porque otra de las actividades del archivo es su dimensión cultural, que reside en estos documentos con valor histórico o en los archivos de fotos sobre Madrid que se conservan y que con frecuencia son divulgados a través de la página web de la institución. “Queremos que los archivos no sean solamente la memoria de las Administraciones públicas, sino también de los ciudadanos”, señala González.

En este sentido, la iniciativa Compartiendo memorias, que se lanza hoy, anima a los madrileños a llevar sus documentos al archivo para que sean digitalizados (el propietario puede conservar el original). Se busca correspondencia que haga referencia a hechos históricos, salvoconductos, cartillas de racionamiento, autógrafos, nóminas, contratos o “retratos de un familiar que haya estado en la Guerra de Cuba o de África”.

El jueves se inaugura una exposición en el Centro Cultural Conde Duque, Madrid.doc, Archivo de la Villa, archivo de la vida. Comisariada por Manuel Blanco y Carmen Cayetano, se basa en los fondos del Archivo de la Villa, dependiente del Ayuntamiento, porque, como escriben los comisarios, “todo lo que nos acontece queda reflejado en alguno de los papeles que contiene un archivo, como un espejo escrito y dibujado de nuestro discurrir cotidiano”.